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— Jisung, necesito que hoy te quedes unas horas extras en la cafetería —dijo la mujer mientras se mantenía de espaldas en la cocina, preparando el almuerzo.

— Claro —respondió el rubio sin despegar la vista de sus apuntes.

Estaba cómo loco escribiendo lo último de su trabajo. Hoy debía entregarlo y sólo le quedaba un poco.

La mujer luego de un momento se acercó y depositó un plato a un lado de su hijo, viendo atentamente lo que escribía.

— ¡Al fin! —exclamó sonriente. Ella sonrió y acarició su cabello con una sonrisa cargada de orgullo.

Jisung tenía veinte años y ya cursaba su segundo año en medicina. Una carrera larga y bastante pesado, pero el rubio se las ingeniaba para estudiar y trabajar en la cafetería de la familia, porque todo se lo pagaba él, así que no se consideraba dueño o algo así del lugar, sólo un simple empleado que debía esforzarse igual que cualquier otra persona.

Sus padres estaban sumamente orgullosos de él. Desde pequeño ya sabía lo que era la responsabilidad y la grata sensación de ganarse las cosas por mérito propio, puesto que con sólo ocho años solía ayudar a su padre cuando descargaba cosas del camión para la cafetería, y el hombre le daba dinero cuando terminaban, siempre diciéndole que "todo trabajo tiene su recompensa".

Y Jisung se crió así, siempre responsable y dispuesto a ayudar a sus padres en lo que sea, o incluso a cualquier persona. Tenía muy bien inculcado el sentido del deber.

— Come tranquilo, aún tienes tiempo para irte —dijo la mujer alejándose.

El rubio asintió y comió calmado mientras miraba las noticias del mediodía.

Luego de unos minutos, subió y se lavó los dientes e inmediatamente agarró su mochila y salió de casa pasando por la cafetería, despidiéndose de sus padres y de algunas personas que ya eran clientes frecuentes con quienes tenía una linda relación.

Se detuvo en la esquina y esperó paciente a que el semáforo cambiara, pero en ese momento un vehículo pasó rápido sobre un charco de la lluvia de ayer, e inevitablemente le tiró parte del agua encima al rubio que maldijo por lo bajo, viendo su ropa manchada de barro.

— ¡Tú...! —gritó viendo el vehículo ya lejos, así que se tragó la grosería.

Se sacudió el pantalón con cuidado para no empeorar las cosas, y no dudó en quitarse la sudadera y quedarse con la camiseta. Ya no tenía tiempo de regresar y cambiarse porque sino llegaría tarde, y él odiaba atrasarse.

Ojalá haberle visto la cara al idiota que le tiró el agua encima, así le reclamaba sólo para desquitarse, pero ni siquiera eso.

Cruzó la calle cuando el semáforo cambió, así que decidió olvidarse de ese incidente y concentrarse en lo importante.

Cruzó la calle cuando el semáforo cambió, así que decidió olvidarse de ese incidente y concentrarse en lo importante

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Malcriado.《 Hanknow 》ᵃᵈᵃᵖᵗᵃᶜᶦᵒ́ⁿWhere stories live. Discover now