Solo

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Hace muchos siglos atrás una raza de Nephilim dominaba el planeta. Nadie sabía como llegaron aquí pero todos le temían. Adorados como dioses los Nephilim devoraban el trabajo de los hombres y a toda bestia del campo. El aspecto de ellos era grotesco , caras malformadas , a semejanza de gárgolas eran sus rostros. Eran gigantes y los hombres ante ellos eran como hormigas. A su marcha temblaba la tierra y desfallecía el corazón de los hombres. No hablaban un lenguaje sino que rugían como leones. No tenían ciudades se dice que de día descansaban en las cavernas y de noche salían a atormentar las aldeas humanas. Algunos tenían cuernos , otros tenían colmillos de elefante y otros alas que no volaban. Destruirán cada aldea por donde pasaban.
   El débil pueblo de la Tierra comenzó a ofrendar a los gigantes para aplacar la ira de estos opresores. Al atardecer preparaban un banquete para ellos y con eso contentaban los terribles estómagos. Les daban cientos de canastas con frutas frescas , medio ganado asado, uno o dos cocodrilos y un elefantes todos los días para tres o cuatro de ellos . Para esto el pueblo tenía que trabajar arduamente y pasaban hambre sino lo hacían venían los nephilim destruirán sus casas y se los comían.
  En cierta aldea llamada Lelan , a las orillas de un fértil río crecía abundante la cosecha y siendo tarde el jefe de la tribu el Gran Robit se preparaba para la ofrenda. El hijo  del jefe llamado Matías discutía con su padre acerca de lo inconforme que estaba con su vida , de como los aldeanos morían y de que la solución era combatir a los gigantes. Su padre no lo escuchaba , le decía que había que aceptar que el destino de los hombres era engordar a los dioses.
   Cierta mañana todo el ganado y los animales del río amanecieron muertos , una extraña enfermedad los había matado a todos. El Gran Robit rojo de la furia y a la vez muerto de miedo , intentaba calmar al pueblo . Todos desesperados lloraban y gritaban ¡Vamos a morir! Robit les decía que tal vez los dioses no tendrían tanta hambre y que con verduras y frutos se contentarían.
  Matías sabía que algo iba a salir mal y no estaba dispuesto a morir a mano de los tiranos , no sin luchar o intentar escapar al menos.
    Llegada la hora de la ofrenda , las familias permanecían en las casas abrazándose pues quizás sería su última hora . El Gran Robit esperaba a los gigantes de rodillas y con una mano golpeando su pecho mientras Matías recogía en una bolsa cosas necesarias para un viaje pues sabía que este era el final de su aldea.
   En eso tembló la tierra , y las aves salieron volando desprendidas del bosque , rápidamente llegaron los gigantes y rugieron de tal manera que Robit no podía dejar de temblar. Matías con dolor en su corazón por no lograr convencer a su familia de huir comenzó a correr hacía la montaña sin mirar el horror que iba a dejar atrás. Los gigantes al ver la escasa ofrenda se enfurecieron y con sus manos destruyeron la aldea. No quedó más que ruinas y cenizas en lo que fue una vez la aldea más fértil del Gran Valle.
      Matías se había quedado Solo.

En Tierra de GigantesWhere stories live. Discover now