❝Esa era una de las mayores sorpresas que tendría en su vida.❞
Park JiMin es un idol cubierto de popularidad en todo el país. Tenía una vida lujosa y despreocupada, o al menos eso pasó hasta que a su camerino llegó un pequeño de cinco años diciéndol...
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JiMin intentaba repetir el paso más importante de su coreografía, no podía tener tantas fallas después de toda la práctica que había estado haciendo con constancia. Su exigencia no se lo permitía internamente y él no estaba decidido a aceptarlo.
Así que con el rechinido de sus zapatillas contra el piso y Beat It de Michael Jackson resonando en la desolada sala de gimnasio, intentó tallar toda su concentración y claro, su amor por el baile también. Su camisa empezaba a humedecerse por el sudor y sabía que debía detenerse en menos de diez minutos para recoger sus cosas y volver al apartamento de la agencia.
Hace ya más de media hora que se había quedado en la cancha de la escuela cuando casi todo habían desaparecido para ir a sus respectivas casas, y JiMin se convenció en ensayar solo un poco antes de volver y empezar sus clases de canto intensivo. Tenía muchas para pulir y perfeccionar.
Estuvo a punto de dar un giro de punta cuando sintió el sonido de un objeto algo pesado caerse muy cerca de su espacio. Al alzar su vista, se enfocó con el pequeño rostro de un chico que pareció abochornado al ser descubierto.
── ¡Lo lamento mucho, no quise interrumpirlo! ── fue lo primero que dijo, recogiendo su mochila y ruborizándose hasta las orejas.
JiMin arqueó una ceja, analizando que el cuerpo de lo que él identificaba como un doncel, estaba vestido con el mismo uniforme escolar al suyo. Realmente no lo había visto en esas semanas del nuevo año en la escuela.
── No te preocupes, de todas formas ya tenía que irme.
── Aún así, lo siento. ── habló más suave esta vez. ── Yo ya me estaba yendo, pero realmente baila genial y no pude evitarlo.
── En todo caso, muchas gracias. ── respondió levemente apenado. No todos los días un chico bonito lo halagaba.
Bueno, en verdad sí recibía elogios de todas partes dentro de la escuela. Y a pesar de que siempre agradecía, no podía ser ajeno ahora a lo adorable que lucía el pálido.
── Bu-bueno, ahora sí no le fastidio. ── sonrió un poco, intentando relajar los nervios al ser descubierto como un tonto curioso. ── Adiós.
── ¡Espera!
Y ese llamado fue suficiente para que el más bajito se detuviera y lo mirara expectante.
── Yo... Uhm, no te había visto antes y al parecer vamos al mismo colegio. ¿Al menos podría saber tu nombre?
Los ojitos en una especial forma felina se expandieron un poco, y luego terminó asintiendo. Tal vez sería una buena idea, ya admiraba el talento del chico de abultadas mejillas.
