CAPITULO 36: Entre Hipogrifos y Dragones

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San pateó un zapato lejos, producto de la frustración.

Se llevó las manos a la cara y estuvo a punto de gritar. Mezcla de ira y de querer llorar, porque simplemente se veía sobrepasado por todo.

Le había dicho a WooYoung que le gustaba y este básicamente lo había rechazado. Mejor dicho, ni siquiera se había dignado a responderle algo. Simplemente había huido.

Como siempre.

¿De todas formas, que había esperado? ¿Cambiarlo completamente?

¿Qué WooYoung le diría de nuevo, totalmente sobrio, que le gustaba también?

San se sentía un iluso por haber creído algo así. Un soñador. Uno que había dibujado estrellas y esperanzas en el firmamento, para terminar ahí, flotando sobre ese mar de desesperanza que era su corazón deshecho, trocitos que había dejado WooYoung a su paso.

Con la desilusión aferrada al cuerpo y al alma, buscó su varita sin ánimos en esa torre de Astronomía cargada de recuerdos, las voces de su reciente discusión aun reverberando entre las paredes. Con un hechizo, ordenó su alrededor como un autómata, la túnica junto con el resto de las cosas que le faltaban, volando a sus manos, él terminando de vestirse desganado.

Con eso listo, paseó la mirada una vez más por la estancia, hasta recaer en unos pergaminos desparramados en el piso, junto una pluma y un libro. También un telescopio.

Las cosas de Astronomía de WooYoung, el verlas ahí tiradas generándole emociones encontradas. Una división.

Le traían recuerdos que hacían que su lado oscuro se alzara vengativo y rencoroso, listo para tomarlas y tirarlas lejos en desquite. Mientras que, por otro lado, su noble espíritu Hufflepuff deseaba cuidarlas como si fueran un preciado tesoro. Ambas posturas impactando en su interior.

Chasqueó la lengua.

- Será mejor que se los regrese – fue la natural conclusión que tomó después de divagar sobre ello por unos minutos.

Además, por muy enojado y decepcionado que estuviera ahora, eso no cambiaba el hecho que en el futuro, esperaba encontrarse de nuevo con WooYoung. Quería verlo otra vez. Si el regresarle sus cosas de Astronomía le daba esa opción, mucho mejor.

Porque, pese a su corazón adolorido, San todavía amaba al Slytherin.

Por lo mismo, es que deseaba acercarse una vez más a él e intentar disuadirlo de sus creencias. Aunque lo suyo pareciera una causa perdida, y el otro se obstinara en verlo como un enemigo, él todavía quería insistir.

Como el Slytherin le había dado a entender; él insistía, insistía y seguía insistiendo.

Después de todo, por algo era un Hufflepuff. El darse por vencido, sin estar en el lema de la leal casa de Helga Hufflepuff, sino todo lo contrario.

Perseverantes. Esa era una de sus características y San no era menos que eso.

Así fue que determinó regresar a su loca empresa. Una donde las apuestas eran altas, la suerte sin estar de su lado. Parecía que habían más riesgos, con mayores probabilidades de pérdidas, que reales ganancias.

Pero... San tenía la esperanza de que no todo estaba perdido.

No aún.

Conocía a WooYoung. Conocía sus miedos. Había visto el terror reflejado en sus ojos y sabía que lo había espantado con su declaración amorosa, que el Slytherin le temiera a los sentimientos siendo el principal motivo. Eso, junto a su testarudez. Sin embargo, pese a todo eso, San tenía la convicción que aún tenía una oportunidad. Había perdido una batalla, pero no la guerra. La noche que pasaron juntos siendo su estandarte, su estrellita dorada; las cálidas caricias y besos valiendo mucho más que las frías palabras al despertar.

Es Hogwarts, No Hoguwarts  [WooSan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora