Creo... que me gustas [ɪɢᴜʀᴏ ᴏʙᴀɴᴀɪ]

3 - Demasiado

Movía la mano lentamente hacia arriba, hasta extenderla como si quiera tocar lo nocturno del cielo lleno de estrellas. La otra mano sostenía su Katana; cerro los ojos y la empuñó frente al demonio que se presentó ante a ella.

Le resultaba triste el simple hecho de que su corazón pedía a gritos que deje de hacerlo sufrir. Quién lo imaginaria... declararse era más doloroso que no poder hacerlo. Nunca quiso eso, desea olvidar tanto aquello que hiere por dentro su ser.

Como deseaba tener la cobardía de ese Pilar que tanto ama. Para que jamas se hubiese declarado, o simplemente no haber caído ante él ese día. Tener el valor de golpear al hombre que no dejaba de acosarla.

—Respiración de la Flor Azul. Primera postura: Yoru no hanabira. —Murmuró suavemente.

Unos bellos pétalos azules rodearon sus alrededores, alertando al demonio. Pero este no logro reaccionar a tiempo: de un rápido movimiento la castaña logró cortar su cabeza.
Dejando que los pétalos cayeran a su alrededor, siendo iluminada por la luz de la luna. Sus ojos miraban como tocaban el suelo y desaparecían a los segundos. No pudo evitar dejar caer una lágrima traicionera que resbaló en su mejilla.

—¿Podre aliviar este dolor? —Murmuro con nostalgia, dibujando una pequeña sonrisa.

Suspiro y prosiguió a seguir su camino, secando sus lagrimas con la manga del haori turquesa que llevaba puesto.

Veía su espalda con tristeza, queriendo calmar el latido doloroso en su pecho; fingió con una sonrisa siendo observada por esa adorable serpiente en su cuello. Tuvo suerte de que no la descubra en ese estado.

De la nada el azabache miro sobre su hombro con ese típico semblante serio. Le extraño que ella no se haya acercado para molestar.

—¿Qué tanto haces? ¿Acaso un demonio te arranco la lengua en tu misión? —Comento con ironía.

—Ja, ja, ja, ya quisieras —Se acerco con una mirada burlesca— siempre vendré a verte para asegurarme de que tú y Kaburamaru estén bien, además de decirte mis palabritas—Aclaro al final.

Arqueo una ceja ante las últimas palabras de ella, por lo que esta siguió.

—Creo, que me gustas —Guiñó un ojo, sacando su lengua levemente en burla.

Soltó una carcajada cuando este frunció el ceño para ignorarla e irse a un lugar más tranquilo y solitario.

<Siempre reiré para ti, querido Iguro>

Pero él ¿Le dedicará una sonrisa?

Yoru no Hanabira: Pétalos nocturnos (según seria asi)