34 | ¿Nuevos comienzos?

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No siempre se gana, pero hay errores que te hacen creer en la vida de nuevo...

...

A las pocas horas llamaron a la puerta y la sangre comenzó a recorrer mucho más rápido por mí cuerpo. Blanca lo miró aterrada y más aun viéndome a mi lista para salir con él.

Ella trato de hacerme caras para que no lo hiciera, pero en este momento lo único que quería era salir corriendo de estas cuatro paredes, de todo esto que me acordaba de él. Que me acordaba lo lejos que estaba tratando de no jugar a perder el corazón.

-Hermosa como siempre.

Su halago me cayó por sorpresa hacía mucho tiempo que no recibía un cumplido de parte de un hombre.

No le dije nada mientras salía de aquel apartamento. Sentí como el corazón me latía, no por el hombre que tenía al lado, sino por lo que estaba haciendo, por lo mucho que esto me estaba gustando.

- ¿Lista para ver el sol?

-Nunca había estado tan lista.

- ¿A dónde quieres ir?

- ¿Qué hay para hacer?

- ¿Cómo así? ¿No conoces la ciudad?

-Solo conozco el juzgado, el salón de fiesta y este apartamento.

-Así que voy a ser yo el que te muestre la ciudad que él construyó. ¡Genial!

-Vamos a empezar por un lugar que te va a encantar.

Steven condujo por las calles de la isla lento, dejándome apreciar cada uno de los lugares que para él parecían muy importantes, pero una parte de mí se sentía incompleta, porque esta vez no era Belmont el que conducía, porque esta vez mi estómago estaba en calma, mi pulso estaba estable y la adrenalina no parecía intoxicar mi mente.

Trate de esconder aquel pensamiento en el fondo de mi cabeza, no se puede seguir adelante con la sombra de alguien más clavada en tu mente.

Me concentré en él, en su sonrisa pura y divertida, en su manera de mostrarme por qué su visión era mucho mejor que la de Belmont y porque este lugar nunca sería una casa, y la verdad es que lo entendía, este lugar era perfecto, pero carecía de algo importante.

Él puso algo de música lo que me ayudo a bajar la guardia al punto que me sorprendí al verme reír genuinamente en ciertos momentos. Steven era caballeroso, atento y divertido, tenía un aire fresco que hacía del momento algo más llevadero y relajante.

Al llegar a una calle que estaba cerca del mar pude reconocerla, esta había sido la misma calle en donde Belmont me había llevado después de casarnos. No pude evitar volver a revivir el momento, la adrenalina en mi sangre, el pulso descontrolado, la necesidad de querer respirar cada molécula de su perfume, la manera en la que sus brazos se tensaban con cada uno de sus movimientos.

- ¿Qué pasa?

- ¿A qué te refieres?

-No quiero que pienses que te traje aquí para lograr algo, pero generalmente las chicas aman este lugar.

El lugar era lo suficientemente perfecto para que el momento también lo fuera, pero este lugar ya tenía un dueño, un sentimiento y claramente no le pertenecía a nadie más que a él. Y es así, como los lugares se arruinan, como los momentos quedan grabados en paisajes que nunca volverán a ser los mismos.

-Es hermoso. -Mentí y por su cara supe que me creyó.

De alguna era un alivio que lo hiciera, era un alivio saber que con él las mentiras sí solían funcionar.

Él se veía contento y yo también quería estarlo, pero sabía que hizo iba a tomarme tiempo. Trate de dejarme llevar por el camino, por la libertad que sentía, por la manera en la que el mar rompía con las olas, por la manera en la que mi vida parecía por fin tener un respiro.

Steven era un buen alto en la rutina, algo que me hacía olvidarme de él y de mi vida, odiaba pensar que lo estaba usando, pero sabía que ambos estábamos en la misma página.

-Sé lo que sientes por él. -No supe qué decirle. -Él no te conviene.

-Lo sé.

-Quiero que esto funcione Jane y hoy entendí que puede llegar a pasar, intentémoslo.

-Me parece bien.

-Te veo mañana.

-Seguro.

Para ese momento no sabía nada, si esto estaba bien, si lo que estaba haciendo tenía sentido. Si nos llevaría algún lugar, pero era para mí era necesario y más después de darme cuenta de lo mucho que Belmont se había colado en mi cabeza.

Estaba tomando la opción que tanto había juzgado a Alejandra por: Un clavo saca a otro clavo.

Al llegar a casa Blanca ya me esperaba en la puerta de su casa con una cara de pocos amigos.

- ¿Señorita a dónde estaba?

-Blanca...

-El señor Belmont...

- ¿Qué pasa con él?

-Ya sabe que salió...

- ¿Y eso es malo por?

-Usted lo conoce.

-Al parecer no lo suficiente.

-Él ya está de regreso.

Sentí como el pecho se me encogió, ¿había regresado por mí? ¿por lo que acababa de hacer?

- ¿Qué quieres que haga Blanca?

-Que no se meta más en problemas...

- ¿Qué no salga de la casa? ¿qué me quede esperándolo acá toda mi vida? eso es lo que él quiere, pues no, me niego a ser la muñequita de él.


Subí hasta mi cuarto y mientras trataba de comprender qué tanto esto me afectaría, pero la verdad es que para este momento ya ni sabía qué esperar de él.

BORDEANDO EL AMORWhere stories live. Discover now