Francia

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Bellatrix y Narcissa actuaron rápido, luego de enterarse de las atrocidades que Lucius le hizo a Eilynn. Esa misma noche empacaron algunas cosas y tomaron un traslador, que los llevo a Francia, dónde se instalaron en una vieja mansión perteneciente a los Black, que Narcissa había heredado.

A Eilynn no le importo dejar Inglaterra, sabía que no sería para siempre pero estaba segura que le ayudaría a despejarse un poco. Lejos de sus padres, lejos de la mansión Malfoy, lejos de Lucius Malfoy.

Sabía que tendría que contar toda la historia, todo lo que había sucedido, tenía miedo. Sin embargo lo hizo, y sintió un peso menos, se sintió más liviana, al confesarlo. Pero la culpa la perseguía, su cabeza le repetía una y otra vez que todo era su culpa, ella era la culpable, se sentía horrible. No le gustaba ver su cuerpo, se sentía sucia, exactamente como unos años atrás.
¿Que dirían sus padres? ¿La seguirían queriendo? ¿Su padre podría mirarla, sin sentirse decepcionado?
Las preguntas que su cerebro hacia, la estaban agotando, ya no quería escucharlas, no quería verse, no quería vivir.

— ¿Que harás con tu matrimonio?— preguntó Bellatrix a su hermana.

— Voy a divorciarme, eso no lo dudes.— respondió mientras tomaba asiento en la sala principal — Ahora... ¿Que sucederá con el? No quiero volver a verlo, menos que tenga algún contacto con Eilynn y tampoco con Draco.

— Si queremos que vaya a azkaban, por lo que le hizo a Eilynn, ella tendría que hablar, le harían pruebas, pasaría un infierno, eso no quedaría solo entre en ministerio, saldría en los diarios, sería un escándalo. Y eso no es lo que necesita ella. Me encargaré que no vuelva, pero no lo mataré, merece sufrir por lo que a hecho.

Draco tocó la puerta de la habitación en la que se estaba quedando Eilynn, no hubo respuesta, pero aun así abrió y paso.

— ¿Lynn? — ella estaba en la cama, despierta, mirando fijamente la pared, sus ojos estaban rojos y un poco hinchados de tanto llorar — Mamá dice que la comida estará en unos minutos, quiere que bajes— informo el rubio.

— Dile que no tengo hambre— susurró, su voz se oía débil.

— Pero no has comido en dos días, te hará mal — intento convencerla.

— Por favor, solo vete Draco— volvió a susurrarle.

Él se acercó a la cama y tomó asiento al lado de ella, al hacerlo noto como ella se estremecía.

— Se que no tienes ganas, pero debes hacerlo porque si no podrías enfermarte, Lynn y nadie quiere eso para tí— acaricio el brazo de la joven, antes de ella apartarlo con fuerza, y alejarse de él.

— No quiero Draco, ¿O no lo entiendes? Quiero morirme — soltó de manera brusca.

— No digas eso Eilynn— negó Draco, sintiéndose mal por ella, volviendo a acercarse intentando abrazarla.

— ¡No me toques! — corrió la mano de su primo de un golpe — ¡Solo déjame sola! No quiero comida, no quiero verte, no quiero nada. Solo quiero morirme, no quiero seguir adelante, estoy cansada, y me duele el cuerpo, me duele aquí adentro— colocó una mano en su pecho, su pálido rostro comenzaba a ponerse un poco rojo y las lágrimas caían por sus mejillas otra vez — ¿Que sentido tiene? Todo es una mierda y no va a mejorar, creí que lo había superado, que todo quedaría en el pasado. Pero vuelvo a sentirme asquerosa, horrible, me siento inútil. No valgo nada, ya no sirvo... ¿Quien va a quererme a ahora? Ni mis propios padres lo harán, no pueden ni verme, les doy asco — lloró con fuerza, Draco pudo ver cómo se clavaba sus uñas en su brazos, por lo que intento acercarse una vez más — ¡No te me acerques! ¡Largo! — tomó algunos cuadros de fotos que estaban al alcance y se los lanzo. Él los esquivo, los cuadros se rompieron dejando el vidrio en el suelo.

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