t r e i t a y n u e v e

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Joaquín se encontraba sentado en el sofá viendo algunas fotos de cuando sus pequeños eran aún más pequeños, sonrió al ver la fotografía donde ese veía a su esposo tomando de la mano a sus pequeños, mientras estos caminaban torpemente, sin embargo aquel momento se vio interrumpido.

— Papi —gritaron ambos niños corriendo a aventarse al omega quien los recibió feliz.

— Ya estamos bañados, con dientes limpios y en pijama, ¿nos cuentas el cuento de los papás del pequeño príncipe? —dijo Danna, mientras su hermano asentía.

Joaquín asintió tomando en sus brazos a sus hijos para llevarlos a la habitación, acostandolos en la cama, sentándose entre ellos.

— ¿Alguien se acuerda como fue el primer encuentro de los padres del pequeño príncipe? —preguntó el omega.

— Sí, el alfa fue atropellado por el omga quien lo insulto —gritó la niña.

— No es cierto, ellos pensaron que se conocieron allí, pero en realidad habían tenido contacto en la cafetería de los padres del oemga porque ambos entraron en celo —regaño el pequeño Aldo, levantándose de la cama.

— Sí no me dejan empezar a contarla deberán irse a dormir —agregó el castaño, viendo como de inmediato sus hijos se sentaban manteniéndose quietos.  — Bueno comencemos.

Después de aquel accidente donde resultó atropellado el alfa, no supieron nada del otro por un tiempo a pesar de estudiar en la misma universidad. Volvieron a reencontrarse en la cafetería del omega, al principio esté lo ignoro por completo, sin embargo fue imposible seguirlo haciendo, cuando se sentó a su lado.

— Hola atropellador —susurró el alfa.

— Hola, idita que no se fijo —comentó con fastidio.

— Cómo sea, no he dejado de pensar en ti desde ese día y me gustaría invitarte a salir —musitó.

— No gracias —dijo el omega levantándose de su asiento, caminando a la parte de la oficina, sin embargo lo tomaron del brazo impidiéndoselo.

— ¿Al menos me dejaras saber tu nombre? Pará saber a quien conquistare —susurró con una gran sonrisa al ver sonrojar un poco al contrario.

—  Mi nombre es Lucas y se que el tuyo es Aldo —agregó antes de irse mordiendo su labio inferior ya que aquel alfa le parece bastante atractivo.

Desde ahí, el alfa visitaba l a cafetería prácticamente diario, por supuesto que era por el excelente café y no por darle una flor a Lucas que seguía rechazadolo aunque cada vez un poco menos, pues al menos dejaba tocarle la mano.

Poco a poco comenzaron a acercarse cada vez más, llegando al punto donde se la pasaban prácticamente todo el tiempo juntos, incluso en la universidad. Habían tenido unas cuantas citas sin embargo el cortejo aún no era oficial, por lo que Aldo debió planear algo muy especial para preguntárselo.

— Hola precioso —murmuró el alfa h acercándose al contrario dándole un beso en la mejilla pues, no podía besarlo a menos que esté tomará la iniciativa, ya que no quería incomodarlo.

Lucas no respondió simplemente, llevó sus brazos al cuello contrario, jalando lo para besarlo, sintiendo como lo tomaban de la cintura correspondiendole al beso. Tras separarse momentos después, le sonrió.

— ¿Ya me dirás a que me hiciste venir a este terreno valdio? —preguntó el omega.

— Sí, pero más tarde, mientras vamos a sentarnos bajo ese árbol —pidió Aldo haciendo lo indicado, abrazando a su casi pareja— ¿Sabes? Tu me dijiste que tu aroma siempre fue azucena, fresas, pero no es así tienes un toque ligero a miel.

Dispuesto - OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora