c i n c o

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Durante el resto de sus clases Joaquín no había dejado de pensar en lo lindo que fue volver a ver al alfa, como también el sentir su aroma. Quizá ya no lo miraba por la misma adoración que antes, cosa que le dolía, aunque se conformaba con ver esa pequeña sonrisa que tenía, al menos por el momento.

En cuanto terminó su día escolar, salio casi corriendo del salón y de la universidad. En cuanto sintió el olor característico del rizado, comenzó a caminar al origen de ese aroma, sintiendo a su lobo más inquieto con cada paso que daba.

Terminó encontrando a Emilio sentado en una de las bancas que hay afuera de la universidad, muy cerca de donde estaciono sus auto, de inmediato se acercó.

— Hola, ¿esperaste mucho? —susurró el castaño, llamando la atención del alfa, quien lo miró con una sonrisa.

— Hola de nuevo —hizo una pequeña pausa— En realidad acabó de salir, tuve varias cosas que hacer respecto a mi titulación —contestó el rizado.

— Espero que todo ya esté solucionado. ¿Traes tu auto? ¿O nos vamos en el mio? —intrigó el omega.

— En el tuyo, ¿Supongo que ya sabes a donde iremos? ¿No? —preguntó Emilio, a lo que el castaño asintió.

Sin decir más los jóvenes, caminaron en silencio al auto de Joaquín que estaba a tan solo unos metros de donde se encontraban. Comenzaron el trayecto de inmediato, aún manteniéndose sin decir nada.

En tan solo unos quince minutos, habían llegado a su destino, una linda cafetería con un ambiente bastante hogareño; que justamente es donde el castaño y Adriana pasaron grandes momentos.

— Es un lindo lugar —comentó el rizado, sentándose frente al omega que iba a responder pero fue interrumpido.

— ¿Ya saben que desean ordenar? ¿O les doy el menú? —preguntó la mesera que era una mujer algo mayor, con la mirada fija en su libreta, pero al subir la mirada su expresión cambió por una mucho más alegre — Joven Joaquín, hace tiempo que no le veía por acá, ¿desea ordenar lo de siempre? ¿O viene a ver como va el negocio?

— Tenía cosas que hacer Nora, pero muchas gracias por preocuparte. Solo vengo a pasar un rato, después vendré a ver la contaduría del lugar. —dijo el castaño, volteo a mirar a su acompañante un momento— Trae dos capuchinos y dos rebanadas de pay de moras —pidió.

La mesera se retiro con una sonrisa, mientras asentía. La mesa se quedó en silencio por unos momentos hasta que Emilio decidió hablar.

— ¿Está es tu cafetería? —intrigó, cuando ya era obvia la respuesta.

— Sí, en realidad era de mi papá Lucas, pero cuando falleció pasó a mi nombre, aunque claramente mi padre se hizo cargo de ella, pues yo era solo un bebé —respondió el omega con algo de nerviosismo— En este lugar pase grandes momentos, de hecho aquí conocí a Adriana y también me enteré de que te habías ido —hizo una pequeña pausa— Emilio yo de verdad quiero pedirte una disculpa, enserio fui muy malo contigo, también bien se que te hice mucho daño y no merezco la oportunidad que me estas dando, per...

— Cálmate Joa —pidió el alfa en un susurró— Yo no quiero tus disculpas de nada, al final de cuentas mucho de lo que pasó fue por mi necedad, mejor centrémonos en el presente —musitó tomando la mano del omega, para hacer que lo mire con las mejillas rojas.

— Tú siempre eres muy lindo conmigo —admitió Joaquín, causando una gran sonrisa en el alfa, que iba a contestar, pero llegaron con sus pedidos.

— Lamento interrumpir, joven Joaquín me gustaría que se diera tiempo de hablar un día de estos conmigo para varios asuntos de la cafetería —dijo la señora a lo que él castaño asintió— Por cierto, pagó las cosas la vez pasada cuando es su cafetería, aquí está lo que dejó —le extendió unos billetes en la mesa y se fue.

Dispuesto - OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora