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Si Aylara tuviera que describir como se sentía en ese momento, la primer palabra que pensaba era ansiedad. Había entrenado toda la semana, pero sabía muy bien que no estaba lista para lo que venía.

-Ven, hay que peinarte antes de bajar- dijo Sasha. Aylara se sentó frente a la morena quién comenzó a cepillar el cabello de la mexicana con mucho cuidado.

-No podré hacer esto Sasha. No puedo ir allí, quiero quedarme con Thiago- dijo Aylara con la voz a punto de quebrar. Ya tenía puesto el vestido con el que había estado entrenando. Le habían arreglado las uñas con una punta francesa sin casi nada de brillo.

-Tranquila, sé que suena difícil, pero podrás hacerlo. Estarás con Isaac y él te protegerá si algo sale mal- dijo Sasha con un tono que parecía maternal.

-Él gastará energía por mí, seré una carga- dijo Aylara atormentándose.

-No lo serás porque todos hemos llegado a gastar energía por los demás. Nuestros padres lo hicieron por mucho tiempo y nos enseñaron como ser fuertes. Ahora tú también lo serás, lo único que debes hacer es ir y verte linda ante los demás que no será nada difícil para ti- dijo Sasha mientras trenzaba el cabello de Aylara. La mexicana rio un poco aliviando levemente su estrés. Pasaron unos minutos en silencio hasta que la morena acabó con el peinado. Era una diadema de trenza sencilla.

Gracias a los conocimientos, Aylara pudo bajar las escaleras con los tacones sin siquiera pensarlo. En la planta de abajo estaban Markian e Isaac. Ambos vestían de manera elegante.

-Primero iremos Sweet y yo. Esperarán diez minutos para salir o si regresamos es porque la seguridad aumentó- dijo Markian. Aylara asintió y se sentó en el sillón mientras abrazaba un cojín. Se sentía realmente nerviosa, tenía náuseas y su cabeza le dolía un poco.

- ¿No dejaste nada que pudiera identificarte? - preguntó Isaac que se mantenía de pie.

-No, pero sigo sin entender por qué siempre insisten en no dejar cabos sueltos, pero dejan libros, trastes y prácticamente señales de que alguien estuvo viviendo aquí- dijo Aylara.

-Porque este lugar está marcado como privado. Además de que la fachada hace que parezca abandonado, los únicos que entrarían serían vagos y en esta zona no hay. También ponemos seguros que nos avisarían si alguien entra. La base se queda descartada y no volvemos a ella hasta que haya pasado un tiempo- dijo Isaac.

-Sauveur, no puedo hacer esto- dijo Aylara. Isaac sonrió de lado y solo se sentó junto a la mexicana pasándole un brazo por los hombros.

-Sé que no es fácil. Recuerdo que en mi primer misión estuve a punto de desmayarme, pero tenía a personas que me apoyaban. Tú tienes a los alterados más preparados que pueden existir así que no te pasará nada- dijo Isaac. Aylara recargó su cabeza en el hombro del francés. Pasaron unos minutos ahí mientras que la mexicana se calmaba un poco. Lentamente Isaac se puso de pie y le extendió la mano.

-Pasaron diez minutos, significa que Thiago desactivó la seguridad- dijo Isaac.

Aylara soltó un suspiro y tomó la mano del francés. Salieron de la base que verían por última vez. Isaac solo puso un candado en la puerta y comenzaron a caminar. Tomaron el transporte hasta bajar frente a un edificio tan alto que hacía que Aylara se sintiera insignificante. Isaac le extendió el codo para que ella lo tomara. Estaba realmente nerviosa, pero lo tomó y caminó a la entrada con una elegancia tan natural como si hubiera nacido con ella. En la entrada estaba un guardia viendo la pantalla de una computadora donde varias cámaras de seguridad se proyectaban. Había más personas que le daban sus gafetes y que caminaban hacía dentro del salón.

- ¿Identificaciones? - pidió el guardia en cuanto estuvieron enfrente. Isaac sacó de su saco ambos gafetes y se los entregó al guardia que los escaneo.

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