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Lora caminó hacia la tienda mientras Aylara la seguía con la mirada. Un soldado midió la radiación de la canadiense y después la dejó pasar. La mexicana se quedó sentada mientras jugaba un poco con sus dedos y movía un poco sus pies.

Sentía nervios de estar sola ahí, giró la mirada observando las tiendas y a las personas pasar. Le parecía algo gracioso el acento británico entonces trató de escuchar un poco.

- ¿Por qué esa chica no tiene pulsera mamá? - escuchó decir a una niña. Aylara la buscó rápidamente con la mirada hasta ver a una pequeña niña de cabello rubio y ojos azules. Parecía no tener más de cinco años e iba tomada de la mano de una mujer parecida a ella.

- ¿Quién no lleva pulsera mi amor? - preguntó su mamá. Aylara se llevó las manos a las muñecas y jaló un poco su chamarra en un intento de cubrirse.

- ¡Esa chica mamá! ¡Si ella no lleva pulsera yo tampoco quiero llevarla! - se quejó la niña jalando el brazo su mamá mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. La mujer volteó a ver hacia donde la niña le señalaba encontrando a la mexicana que trataba de mantener la calma.

Aylara se calmó al escuchar a la mujer murmurar algo que no entendió y después escuchar cómo se alejaba. Aylara respiró con calma y jaló sus mangas tapando sus muñecas. Buscó a Lora con la mirada a través de las ventanas del local. La encontró en una esquina viendo lo que parecía ser un trineo.

-Buenas tardes, señorita, ¿me permite un segundo? - preguntó un hombre a su lado. Aylara se congeló unos segundos antes de darse cuenta de que el hombre no era más que un guardia de la plaza.

-Claro. ¿hay algún problema? - dijo Aylara. Empezó a buscar puntos débiles en ese hombre, tenía que encontrarlos rápidamente.

-Una mujer me avisó que usted no trae pulsera de identidad y cree que podría ser una inmigrante ilegal. Disculpe las molestias, pero le pediré que me muestre su pulsera por favor- dijo el guardia. Aylara respiró con calma y destapó su muñeca.

- ¿Está todo bien ahora? - preguntó Aylara. El hombre sonrió con amabilidad.

-Por supuesto que sí. Lamento las molestias, pero a veces las personas se dejan llevar por sus prejuicios- se disculpó el guardia. Aylara se sentía aliviada, volvió a taparse la muñeca y miró fijamente al hombre.

-No se preocupe. ¿Podría olvidar esta situación y borrarme de su mente? - preguntó Aylara. El semblante del hombre cambió por completo a uno indiferente y caminó entre la gente. La mexicana sintió que por fin podía respirar con normalidad.

-No hay nada, los trineos aquí son muy pequeños entonces hay que ir a otro lugar- dijo Lora saliendo de la tienda. Sin embargo, fue interrumpida por Aylara que corrió hasta ella y la rodeó en un abrazo.

-Gracias al cielo que ya saliste- dijo Aylara. No se había dado cuenta, pero estaba temblando.

- ¿Estás bien? - preguntó Lora mientras le devolvía el abrazo con calma.

-Una mujer notó que no llevaba pulsera y ha llamado a un guardia. Lo engañé mostrándole una pulsera y después le borré la mente- dijo Aylara. Lora la alejó un poco y observó su bufanda, después pasó sus manos desde los hombros hasta las manos de la mexicana.

- ¿Estás bien? Vas bien cubierta entonces no hay manera en que te haya reconocido. Como sea, hay que irnos- dijo Lora, pero volvió a abrazar con fuerza a Aylara. La mexicana regresó el abrazo mientras el temblor de su cuerpo se detenía.

-Hay que irnos- mencionó Aylara. Lora asintió y ambas chicas empezaron a caminar tomadas de la mano. Salieron de la plaza manteniéndose lejos del soldado de la entrada y recorrieron un par de calles.

RadiaciónWhere stories live. Discover now