»Capítulo 26«

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~K E R S T I N~

No podría describir lo relajante que fue esa mañana. Era como si hubiera dormido durante meses y finalmente despertara llena de energía.

Al principio me sentía fatigada y la pereza me quiso cubrir. No obstante, no le dejé ganar terreno y empecé a parpadear con mayor precisión para ahuyentar el sueño.

Me removí y después me encontré con la mirada de un azul cobalto y eléctrico que me mirada directamente. Estaba tumbado a mi lado, con su brazo debajo de su cabeza, recargado e inclinando su rostro hasta trazar una despreocupada y encantadora sonrisa.

Debo decir que ese gesto me provocó un cosquilleo repentino en la boca del estómago y me dejó sin aliento durante unos segundos.

Verlo de esa manera, esa mañana, después de lo que pasó la noche anterior, simplemente era algo que se quedaría impregnado en mi memoria.

Y mejor aún cuando observé que su torso estaba desnudo y tenía la parte inferior del cuerpo cubierto por una ligera manta que los dos compartíamos.

Mis senos estaban rozando el suelo y mi cabeza se inclinó hacia él, notando cómo se le ensanchaban las comisuras.

—Buenos días —susurró besándome fugazmente la boca y dejé embelesarme de su roce cálido.

Me besó la nariz, la mejilla, el pómulo y el mentón, inclinándose hasta dejar sus labios sobre mi mandíbula y respiraba fuertemente.

—Buenos días —dije y después jugué con sus cabellos—. ¿Llevas despierto mucho tiempo?

—No mucho. Pero si lo suficiente para verte a ti —reveló y sólo sentí un rubor encenderse en mis mejillas. Su risa apareció—. Estás tan bonita así.

Su cabeza se escondió entre mi hombro y clavícula, aspirando mi aroma y juraba que casi se adhería a mi piel.

—¿Quieres desayunar? —me preguntó de nuevo llenándome de besos que me confundían los sentidos.

—Si, está bien —sólo alcancé a decir aquello y luego se elevó totalmente desnudo, haciendo que desviara la vista para no ver sus genitales y sus posaderas.

Se cambió y yo buscaba desesperadamente el atuendo, pero sólo noté que estaba manchado de tierra y mugre al otro lado del lugar y me vi en la tarea de pasearme por ahí con la manta en mi cuerpo.

—¿Qué haces? —se estaba mofando de mi situación.

—Necesito ropa —le avisé y entonces rió un poco y rebuscó entre sus cosas hasta que observé que me extendió una camisa blanca que pocas veces usaba.

—¿Esto está bien? —asenté y le agradecí en bajo, vacilando si darme vuelta y quitarme la manta o sólo hacerlo enfrente de su atenta mirada—. Oye —me llamó y alcé la mirada—. ¿Quieres que salga un momento?

Negué luego de unos segundos. Resoplé un poco y dejé caer la manta, siendo perseguida por cada rincón de mi ser por esa mirada atenta de Bucky.

Me puse con cuidado la camisa y él ni siquiera de aproximó en ningún momento. No fue hasta que estuve lista cuando extendió su mano, encontrando el collar de estrella que jamás me quitaba desde que me lo obsequió.

—Le hice una modificación al mío —me avisó.

—¿Cuál? —y su sonrisa era tan ancha, tan ansiosa y alegre que incluso no pude evitar sonreír también.

Tomó con cuidado las cadenas que por primera vez se quitó ayer por la noche. Se la colocó en el cuello y luego su mano rebuscó entre las placas, encontrando por fin lo que había estado buscando.

𝐑𝐞𝐟𝐥𝐞𝐜𝐭𝐢𝐧𝐠 𝐨𝐮𝐫 𝐇𝐞𝐚𝐫𝐭𝐬 [𝐁𝐮𝐜𝐤𝐲 𝐁𝐚𝐫𝐧𝐞𝐬]Where stories live. Discover now