Asuntos pendientes

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Sin retraso alguno, los días continuaron pasando mientras ese imparable reloj, que había iniciado un nuevo ciclo, seguía avanzando; en una agradable secuencialidad, que a veces parecía demasiado lenta y otras, demasiado rápida.

El viento frío del invierno comenzó a volverse un poco más cálido; la primavera llegaba, y los árboles comenzaban a teñirse de verdes y rosados colores.

Los días, se volvían más largos; las noches más cortas.

Y las palabras, las conversaciones y todo aquello que parecía que habían perdido, volvía para transformarse en un dulce y tímido juego de verdades a medias, declaraciones escondidas y miradas fugaces.

Los silencios, se llenaron de suaves momentos que decían más que sus propias conversaciones y un camino comenzó a formarse en esos lazos que jamás se habían roto.

Las distancias, aquellas que alguna vez los hicieron inalcanzables, ahora casi no existían.

Caminó, alerta entre la gente de la aldea y decidida a lograr su objetivo en esa oportunidad. Ir al supermercado nunca había sido una tarea tan compleja como en ese momento.

Activó su Byakugan, escaneó el lugar, y suspiró con cansancio. Shikamaru estaba ahí, y por mucho que le agradara su presencia, en esa oportunidad debía evitarlo.

Evaluó todas sus posibilidades para llegar a su objetivo sin que él la viera, pero de todas, el único camino disponible era por donde él estaba.

Se suponía que en ese horario el Nara estaría en sus reuniones con los demás representantes de las aldeas ocultas, no conversando fuera de ese edificio que para su mala suerte, quedaba en el trayecto que ella necesitaba cruzar.

Maldijo su destino, y avanzó, si tenía suerte, Shikamaru no la vería.

—Ah, bueno—dijo el heredero Nara mientras acomodaba sus hombros y se detenía al sol—creo que iré a dar una vuelta. Nos vemos más tarde.

Chouji, que lo acompañaba en esas sesiones, sonrió y asintió.

—No te olvides de lo que conversamos—le recordó mientras se alejaba.

—Sí, sí, no lo olvidaré.

Guardó sus manos en los bolsillos y comenzó a alejarse, con la cabeza ya pensando en un destino claro, cuando una voz que estaba evitando lo alcanzó. Su rubia ex novia.

—Shika—le llamó—, ¿puedo hablar contigo unos minutos?

Sin muchas ganas se detuvo y giró; no era que le desagradara, tampoco era que le afectara mucho, solo se trataba de que no quería tener esa conversación, cualquiera que fuera. Llevaba días notando que Temari lo estaba observando y su cabeza le decía que lo que ella quería hablar no sería muy agradable.

Y él odiaba los problemas, los esfuerzos, y todo aquello que lo sacara de su estado de adorada tranquilidad. Bueno, casi todo, porque si el problema involucraba a cierta Hyuga, entonces no dudaba en enfrentarlo.

—Oh, Temari...

Pero antes de poder enfocar su atención en la chica, sus ojos distinguieron algo que no debería estar ahí: Hinata.

Su hermosa y adorada prometida estaba incumpliendo su reposo.

Como si fuera el destino, sus miradas se encontraron en la distancia, y la Hyuga supo que debía huir lo más rápido que pudiera o no lograría llegar a su objetivo.

Sonrió, porque Hinata era más inocente de lo que creía cuando estaba fuera de misión.

—Lo siento—indicó rápidamente a la rubia—, en otra oportunidad.

SombrasWhere stories live. Discover now