Capítulo final

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Como quizás habrán notado, esta larga historia sobre los inefables y sus hijos continúa en Serpientes Inefables Vol.2, donde todos son ya adolescentes y jóvenes adultos. Debido a muchas cosas que pasaron estos últimos dos años, decidí continuar solamente la historia de Vol.2, y concluir esta primera etapa de la infancia de los hermanos Crowley Fell desvelando un importante misterio: ¿Por qué Aziraphale amaneció un día convertido en serpiente, y por qué él y Crowley pudieron tener hijos a pesar de ser dos reptiles macho?

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Hacía casi un año que Aziraphale había amanecido convertido en una serpiente blanca, un milagro extraño y que lo llenara de incertidumbre y lágrimas al principio; no entendía por qué le había pasado, y tampoco entendía por qué no podía cambiar de nuevo a su forma humana. Para que no se sintiera tan desdichado Crowley había decidido tomar su propia forma de serpiente para hacerle compañía, y así ambos serían una pareja de reptiles felices. Pero luego las cosas se pusieron más raras, ya que una mañana descubrieron que habían puesto (más bien él había puesto) diez flamantes huevos.

Si ya había sido rara su transformación, el hecho de que hubieran tenido hijos a pesar de ser dos serpientes macho sobrepasaba todo lo que él sabía sobre la concepción. Sin embargo, el miedo dio paso al amor por sus huevitos a medida que se acostumbraba a ellos, que los cuidaba en su nido, que imaginaba como serían y cómo sería su vida con niños nephalem, como se llamaban los seres mitad ángel mitad demonio.

-Porque si algo tengo claro, querido, es que tengamos la forma que tengamos, somos un ángel y un demonio- le dijo en su momento a Crowley.

-Claro que lo somos. Y nuestros hijos sabrán que detrás de esas escamas blancas hay un ángel que siempre velará por ellos.

Para sumar una más a la lista de sorpresas, cuando sus hijos al fin salieron del huevo resultaron tener la inteligencia de niños más crecidos; podían hablar, entender el mundo que los rodeaba con razonable claridad, y en buenas cuentas actuar como chicos de entre seis y doce años. Debido a que criar a diez hijos era una tarea demasiado complicada para dos serpientes, Crowley solía tomar forma humana muy seguido para ocuparse de menesteres como la cocina y la lavandería, ya que él seguía demasiado limitado y sus milagros eran débiles. Aún así era una madre muy atenta en todos los sentidos: siempre vigilaba que comieran bien, que se abrigaran en los días fríos, que tuvieran juguetes y que no se metieran en demasiados problemas, algo difícil de evitar teniendo en cuenta que poseían cierto nivel de magia y con frecuencia la usaban de forma incorrecta.

-Michael, es la tercera vez en la semana que el señor Young se queja de que "alguien" espanta a su perro- lo amonestó con severidad.- Te lo diré una última vez, no quiero que uses tus poderes para asustar a nadie, ni animal ni humano.

-¡Pero mamá...!

-Pero mamá nada. Pronto cumplirás un año, tienes que aprender a ser más responsable con los poderes que Dios te ha dado.

-Mamá tiene razón- intervino Terry, el primogénito, una radiante serpiente blanca con ojos azules como joyas.- Y lo que es más, tenemos la mentalidad de niños grandes, así que es nuestro deber ser responsables y usar nuestros poderes solo para cosas buenas.

-Ya salió el angelito de mamá- se burló Raven.

-¡Silencio!- tronó Crowley con un delantal de cocina muy manchado, dado que estaba haciendo el almuerzo.- Si su madre les dice que se tienen que portar bien, se portarán bien... o de lo contrario no habrá fiesta de cumpleaños para nadie.

-¡Pero papá!

-¡Pero querido, eso es un castigo demasiado grande! ¿Cómo vamos a dejar a los niños sin cumpleaños?

Serpientes InefablesWhere stories live. Discover now