Capítulo 5.

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-¡Newton, saca el auto!- gritó Anathema desde la sala. Newton, que estaba en la cocina lavando los platos del almuerzo, se asomó para mirarla y saber a qué venía la prisa.

-¿Quieres salir ahora? ¿Para qué?

-Llamó Zira. Los huevos han empezado a agrietarse, así que pronto nacerán... ¡tenemos que ir, Newt, no podemos no estar presentes!- exclamó ella emocionada.- Son muchos bebés, él y Crowley necesitarán toda la ayuda posible.

-Cierto. De acuerdo, ¡busca tu cartera mientras yo busco las llaves y nos vemos en cinco minutos en la puerta!

(...)

El sargento Shadwell observó con el ceño fruncido a Madame Tracy, que revoloteaba en su habitación buscando un abrigo para evidentemente salir a la calle. Como habían planeado tomar el té juntos, le preguntó con acritud si se había olvidado del asunto.

-¡Oh, señor Shadwell, claro que no lo he olvidado! Pero es que ha llamado el señor Crowley, y tiene excelentes noticias... ¡Los huevos de sus niños han empezado a abrirse!

-Ah... ¿con que se trataba de eso?

-¿Por qué no viene conmigo?- invitó la dama poniéndose sus guantes y ladeando la cabeza.- Yo sé que es algo extraño para usted, pero se trata del nacimiento de unos niños al fin y al cabo.

-Niños serpientes.

-Niños serpientes que llegarán para hacer muy felices a sus padres- terció ella con dulzura.- Vamos, no sea duro. Sé que también le preocupa el bienestar de esas criaturas.

-De acuerdo, mujer, ¡no tienes que rogar! Te llevaré a la cueva del demonio si es lo que deseas.

(...)

-¡Mi madre no me dejó ir a Londres con Anathema!- se quejó Adam en la cocina de la joven bruja. Había ido ahí con los Ellos para aprovechar su conexión wi-fi y estar al tanto de las novedades, pero por cierto que hubiera deseado ir en persona. Brian le palmeó el hombro para consolarlo.

-Al menos ella y Newton nos dejaron quedarnos en su casa para poder verlo con su computadora.

-Sí, y Newt no la ha tocado, así que funciona perfectamente- agregó Pepper.

-Lo sé. Pero quería conocer a los niños en persona, quiero decir... de cierta forma son como mis hermanitos.

-Tú podrías ir si quisieras- dijo Wensleydale titubeando, haciendo alusión a sus poderes extraterrenos. Adam parpadeó un par de veces y negó, sonriendo para animarse a sí mismo y a todos.

-No, está bien. No quiero desobedecer a mis padres o dejarlos a ustedes atrás. Preparemos unos refrescos y prendamos la computadora a ver si ya empezó el nacimiento!

(...)

-Crowley- susurró Zira lleno de lágrimas.- Mira, Terry está asomando la cabecita ya. ¡Dios mío, mi hijo...!

-Mi primogénito- agregó Crowley con idéntico orgullo al ver como Terry empujaba un poco la cáscara de su huevo y asomaba varios centímetros de cuerpo al mundo exterior. La joven serpiente había sacado las escamas blancas de su madre, e idénticos ojos azules. Aún así, al deslizarse fuera demostró un ritmo que Crowley reconoció como propio; él solía moverse igual cuando estaba desconcertado.

-¿Mami? ¿Papi?

-Ohh, Newt, ¡qué ternura!- gimió Anathema al acercarse con una toalla pequeña para limpiar al recién nacido. Mientras ella se abocaba a esa tarea, Crowley le quitaba un pedazo de cáscara de la cabeza a su segundo hijo, Neil, que sacó la lengua de inmediato para olfatear a su alrededor. Después, con impresionante fuerza para un bebé, salió de su huevo solo y comenzó a rondar a su madre con ojos brillantes.

Serpientes InefablesWhere stories live. Discover now