📚Capítulo 14📚

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La felicidad no me cabe en el cuerpo, dos palabras, simplemente dos palabras bastaron para que yo me sintiera extasiado.

No encuentro la forma de explicarlo, me siento como un niño cuando saca un diez en un examen.

Trato de ocultar mi sonrisa pero se me hace tan difícil teniendo a Lucía encima.

La tomo por los hombros y caminamos hacia mi auto, no sé si ella querrá ir conmigo pero espero que sí.

—¿Quieres...? —Pero me callo al ver como levanta la palma de su mano.

—No me interesa a donde vayamos, solo quiero salir de este lugar y sentarme de una buena vez. Mi cadera me está matando —asiento y al llegar a mi carro trato de subirla con cuidado.

¿Cómo no le va a doler? Se supone que ella debería de estar reposando, pasó mucho tiempo sin tener actividad física como para salir a caminar así como así.

Ingreso al auto después de ella en completo silencio. La miro de reojo y veo como apoya su cabeza en la ventanilla. ¿Qué estará pasando por su cabeza? Desearía tener la habilidad de leer los pensamientos.

No le doy más vuelta y nos ponemos en marcha, no quiero salir con algún comentario que pueda espantarla, mucho me ha costado para que accediera en algo tan pequeño.

Busco en la radio alguna emisora de música para que el ambiente no sea tan tenso y algunas melodías muy ruidosas suenan.

Mierda.

—Lo siento —digo, avergonzado.

—Tranquilo —contesta sin girarse.

¿Qué la tiene tan pensativa? ¿Por qué no me dice nada?

—¿Estás bien? —inquiero, su silencio me está agobiando.

Ella se encoje de hombros a modo de respuesta y decido dejarla en paz.

Cinco minutos después, It is so de Elevation Worship, empieza a sonar.

There is a promise
That points beyond my failure
There is a still voice
To silence all my fears

Even the worst of my mistakes
Are miracles in the making
Are miracles in the making

Wao, con solo escuchar esas letras siento algo en mi interior. Escucho un sorbido a mi lado y miro de reojo a mi acompañante. Su cuerpo se sacude un poco y me doy cuenta que está llorando.

¿Qué puedo hacer para animarla?

No le digo nada y acelero hasta que por fin llegamos a nuestro destino. Aparco el carro y antes de que pueda decirle algo, ya ella está saliendo.

¿Alguien tenía prisa, eh?

Me bajo y voy hasta ella, se ha recostado en la parte delantera del auto, así que yo hago lo mismo.

La he traído a uno de los lugares donde se puede ver toda la ciudad, no es como Los Ángeles pero algo es algo. La vista aquí es magnífica y se puede ver todas las estrellas. A mí en lo particular este lugar me trae paz, además supuse que sería bueno y no estaría lleno de gente.

Intuyo que lo que más quiere Lucía es estar sola.

—Gracias por... —susurra en un hilo de voz—, salvarme. Yo no tenía la fuerza para alejarme de esos tipos.

—¿Qué hacías en la calle? —la interrogo—. ¿No deberías estar en cama?

Ella se acomoda en su lugar, yo la imito.

—Sí, claro. Dile eso a mi madre. Ha organizado una fiesta y ni siquiera me ha preguntado si me encontraba bien.

Jodida vieja.

—A veces pienso que tu madre tiene complejo de ser una ogra, es como una piedra en un zapato y... —Me callo al ver que me mira fijamente—. ¿Qué?

—Nada —suspira, sin despejar sus ojos de los míos—, es que hablas como si la conocieras de toda la vida.

—¿De toda la vida? Dios me libre y me guarde. —Una risa ligera brota de sus labios, pero cuando es consciente de ello se calla abruptamente y mira hacia otro lado—. ¿Qué se siente vivir toda tu vida con una señora así?

—Bueno, supongo que normal, con el tiempo uno se acostumbra y destruye el pensamiento de la típica familia feliz —dice, con la vista al frente.

—¿Ella... te ha tratado mal? —Me rasco la nuca por instinto, soy curioso y espero no cagarla con mis preguntas.

—¿Cómo te ha tratado a ti? —Cambia de tema. Supongo que es algo delicado para ella, así que le sigo la corriente.

—Pues como la mierda, al igual que su hija. —Entrecierro mis ojos en su dirección y ella me mira triste—. Pero no pasa nada, con el tiempo uno se acostumbra. —Cito sus palabras y le doy una gran sonrisa.

—Yo... —traga duro—. Lo siento, yo solo... hacía lo que se suponía que era correcto, así me han enseñado siempre. No debí tratarte así sin ninguna razón justificable.

La miro sorprendido, ella no parece del tipo que se disculpa muy a menudo y que lo haga conmigo es un gran avance entre nosotros.

Le doy una sonrisa de boca cerrada y asiento.

—Tranquila. Está todo bien. Aunque si tu madre se entera que estás conmigo las cosas no acabarán muy bien que digamos.

—¿Qué más da? Ni que fuéramos unos críos —masculla, con la ceja arqueada.

—En eso tienes razón.

—Pero ya no hablemos de mi familia. Cuéntame de la tuya. —Por un instante me quedo paralizado—. ¿Está tan jodida como la mía?

—Si con jodidos te refieres a que están muertos, pues sí. —Me encojo de hombros.

—¿Entonces tú...? —Deja la pregunta a medias.

—Sí, soy huérfano de padre y madre —murmuro—. Murieron en un accidente cuando yo era pequeño.

Ella abre la boca pero vuelve y la cierra, al parecer no puede articular palabra.

—¿Y cómo hiciste para sobrevivir? —Enarco una ceja. La verdad es que me extraña que esté tan amable y curiosa conmigo.

Pero según su pregunta no es algo que quiera contestar, al menos no ahora. Eso es muy privado, solo mis amigos saben aquellos datos, y por mucho que ella me gustara, no era suficiente para desnudar mi alma y dejar que ella vea hasta lo más profundo de mí.

Pienso que todo tiene su tiempo, aunque a veces yo sea un bocazas, eso no significa que no sea consciente de cuando voy a meter la pata.

Y este era uno de esos casos, aún no confío en ella, sí, la ayudé con los asaltantes; ¿pero qué me garantiza que ella no usará lo que le cuente para hacerme la vida imposible? Aunque lo cierto es que tengo la certeza de que ella no es como la loca de su madre.

Por mucho que ella se quiera parecer, es completamente diferente, a pesar de que solo se refleje como una marioneta de su progenitora.

—Pues como cualquier otra persona, haciendo hasta lo imposible —contesto a su pregunta.

—¿Así como haces hasta lo imposible por conquistarme? —Suelto una carcajada y me pierdo en el iris de sus ojos.

—Hay verdades que no se pueden esconder, Lucy.

Y justo ahí, tras estar bajo la luz de la luna y las brillantes estrellas, ella hace que todo mi interior se remueva con solo dejar ver una pequeña sonrisa.

Eso es lo que quiero, eso es lo que necesito para volver a sentir aquella esperanza de que yo también merezco amar y ser amado.

Tan solo una sonrisa ✅ [TST. Libro #2]Where stories live. Discover now