Día 11

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01 de Junio del 2008.

-Oh por Dios Lou, está fiesta será espectacular... Debes acompañarme-

-no quiero ir Zayn, prefiero estudiar para los últimos exámenes, y aprovecharé de editar unos artículos para el periódico escolar...-

-escuché que Harry Styles asistiría- el moreno alzó las cejas sugestivamente, en un desesperado intento por convencer a su amigo.

-no te creo, Harry nunca ha perdido el tiempo en ese tipo de eventos... Lo dices para que acepte acompañarte-

-no, es en serio, lo escuché en la cafetería... Tommo es la última gran fiesta antes de la graduación, nadie se la quiere perder...-

-okey... Te acompañaré, pero sólo un rato, antes de medianoche estaré de regreso-

-¿cómo Cenicienta?- el moreno preguntaba con el ceño fruncido y una sonrisa burlona.

-Ja, Ja... Así es, recuerda que el príncipe no se queda con las hermanstras feas y borrachas-

Los dos chicos se hecharon a reir, y luego de un rato comenzaron a arreglarse para ir a la fiesta. Zayn usaba unas gruesas y feas gafas, su cabello perfectamente peinado hacía un costado. Mientras que Louis tenía una cabellera bastante más alborotada y sin peinar.

El castaño tenía varios kilos de sobrepeso, por lo que era bastante inseguro con su apariencia. Ambos vistieron jeans azules, una camisa abotonada hasta el cuello y encima un jersey tejido.

Claramente eran el claro estereotipo de chico nerd y estudioso. Ambos eran amigos desde el jardín de niños, y desde los últimos tres años eran los encargados del periódico escolar.

Si bien habían estado en otras fiestas, no pudieron evitar sorprenderse al llegar a aquel lugar. Era una casa enorme, prácticamente una pequeña mansión. Pertenecía a Chloe Evans, la capitana del equipo de porristas, la típica chica popular con la que todos los atletas desean salir. Era una rubia bastante simpática, y distaba mucho de la niña rica y mimada que su condición social pretendía.

Todo era un completo caos y descontrol, la musica era tan fuerte que solamente podías darte a entender con fuertes gritos. Decenas y decenas de jóvenes, en su mayoría ebrios se cruzaban en el camino de Louis quien se dirigía a algún rincón donde pasar inadvertido.

El alcohol y la lujuria estaban en cada rincón de la casa, y hacían que el ojiazul se sintiera bastante incómodo y fuera de lugar.

Después de estar más de cuarenta minutos sentado en un rincón de la sala, sintió la necesidad de ir al baño.

Subió hasta el segundo piso, y comenzó a buscar entre decenas de puertas la que sería la entrada a un baño. Por el largo pasillo en que buscaba, habían varias parejas besándose y tocándose con bastante desenfreno.

Louis hacía la vista a un lado evitando hacer contacto visual, mientras se sorprendía por el poco pudor que podían sentir algunos de sus compañeros con un poco de alcohol en la sangre.

Al llegar al final del extenso corredor, se decidió por abrir una puerta al azar. ¡Sorpresa!, ahí estaba la mojigata de Olivia Wilde, sentada a horcajadas mientras saltaba efusivamente sobre la entrepierna de "quién sabe quién" compañero de escuela.

-¡OH LO SIENTO!- gritó Louis cubriéndose los ojos.

-¡Sal de aquí ahora gordo estúpido!- la rubia grito furiosa pero sin intención de detener su acto sexual.

Treinta Días Para Ser Infiel || Larry Stylinson Donde viven las historias. Descúbrelo ahora