Capítulo 3.

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Desperté con los gritos de mi madre provenientes de la cocina. Me levanté de la cama y abrí la puerta de la habitación. Instantáneamente mi madre me miró pidiendo socorro tanto con los ojos como con la boca mientras se retorcía en un intento por escapar. Le sonreí amablemente me llevé el dedo índice a los labios.

--Shh --susurré y ella comenzó a llorar.

--Hija, suéltame --suplicó en murmullos apenas entendibles.

--Shh --repetí, dándole advertencias con la mirada.

Volví a mi habitación y procedí a realizar mi rutina mañanera. Terminé un vestido entallado en la parte del busto y con una falda que caía hasta mis muslos. Era blanco con estampado de margaritas, perfecto para la ocasión. Calzaba unas sandalias blancas y varias horquillas con la hermosa flor sostenían mi cabello en un alto y prolijo moño. Me miré en el espejo para comprobar que todo estaba en orden y luego salí con pasos firmes hacía la cocina. Observé a mi madre sin emoción alguna, lágrimas silenciosas corrían por sus mejillas y ya no intentaba soltarse.

--Cuando alguien asesina, el legado de la víctima busca asesinar, porque todos somos vengativos en cierto punto. --Me acerqué a ella.

Su cara se transformó en una expresión horrorizada. Me miró como si fuera un monstruo, pero no lo era, ¿verdad? Solo era una niña obediente, haría lo que me había dicho mi padre.

--Por favor --habló por primera vez desde que la tenía en frente--. Tu padre me golpeaba mucho, yo sufrí demasiado. Sólo quería escapar.

--Podías haberte ido.

--Nunca te dejaría. --Su capacidad de actuar era conmovedora, cualquiera se creería sus patrañas.

--Las mentiras son solo una versión retorcida de la realidad --cité otra de las frases de mi padre.

--No todas, las mentiras pequeñas a veces son necesarias.

--Los engaños son como un embarazo, cada día crecen más y más hasta que no se pueden ocultar. --Hice lo mismo, ganándome una mirada de odio de parte de mi madre.

--¡Deja de citar a ese cabrón! --gritó con rabia.

--Lo siento, madre --dije la última palabra con odio, como si quemara mi boca.

Saqué un cuchillo del cajón de los cubiertos y me detuve a admirar su filo un par de segundos.

--Daisy --llamó mi atención en un intento por detenerme .

Negué con la cabeza a modo de respuesta y me acerqué a ella. No quería retrasar lo inevitable, así que clavé el cuchillo en su torso para volver a sacarlo ante su dolorosa y arrepentida expresión. Repetí el proceso varias veces, hasta que estuve segura de que no quedaba vida en su cuerpo.

Sus gritos de dolor, similares a los que se oían cuando mi padre la golpeaba, se escuchaban en toda la casa. En esos momentos agradecía que nuestra vivienda estuviera bastante alejada de la ciudad, no había nadie en kilómetros.

Me detuve cuando me di cuenta de que su sangre había manchado mi vestido. Tomé asiento en un sillón para descansar y unos minutos después eché los restos de mi madre en una bolsa de basura.

Caminé hacia el patio y entré al lugar donde había estado trabajando los últimos días y observé con orgullo los dos huecos. Dejé el cuchillo a un lado y abrí la bolsa con los pedazos de mi madre. Esparcí su "cuerpo" en el foso de la esquina y observando hipnotizada cómo caían sus restos, incluyendo su cabeza. Sus ojos abiertos llenos de terror eran lo único que quedaba intacto.

Una vez la bolsa quedó vacía, comencé a llenar la tumba de tierra. Tardé bastante en terminar, tanto que el sol ya se estaba ocultando. No sentía hambre, calor o cansancio. En resumidas cuentas, no sentía absolutamente nada.

Me posicioné de espaldas al hueco del medio, agarré el cuchillo del suelo y, sin temor, lo clavé en mi estómago. El dolor punzante me hizo gritar, di el chillido más desgarrador de mi vida.

Cerré los ojos con fuerza y solté el aire de mis pulmones agitadamente antes de sacar el objeto filoso de mi cuerpo y volver a gritar, esta vez, con los dientes apretados. Dejé que el arma cayera al suelo mientras la sangre goteaba de esta.

--Cuando alguien asesina, el legado de la víctima busca asesinar, porque todos somos vengativos en cierto punto --dije entre sollozos, el daño había provocado que comenzara a llorar.

No hablaba de dolor físico, me refería al emocional. Cuando la sangre comenzó a salir de mí, fue como si la frialdad se escapara con ella. Con cada gota que salía era capaz de sentir más cosas.

La muerte de mis padres, el hecho de que mi mamá mató a mi papá y yo hice lo mismo con ella, no lo pensé dos veces, simplemente lo hice. En ese momento en que la vida abandonaba mi cuerpo fue cuando sentí como la opresión en mi pecho volvió.

Al parecer, mi corazón no se había reducido hasta desaparecer, solo pretendía no existir para que la presión se detuviera. La puñalada fue el impulso que necesitaba para volver a funcionar.

A mi mente volvieron los recuerdos de momentos felices que había vivido con ellos. Lloré con fuerza, intentando que mi dolor se esfumara con mis lágrimas, pero eso no pasaría.

Sin más, me dejé caer hacia atrás. Lo único que sentí fue un fuerte dolor en la espalda que me dejó sin aire. Giré mi cabeza a un lado y a pesar de no poder respirar, sonreí.

Estaba rodeada de las margaritas que había sembrado, eran simbólicas y no solo por mi nombre, también por los recuerdos de mi padre.

--¡Daisy! --exclamó mi padre con ternura--. ¿Sabes que significa tu nombre? --preguntó sonriente y yo negué con la cabeza--. Te llamas margarita.

--¿Cómo la flor? --Mi voz sonó emocionada.

--Sí, precisamente es por la flor, porque eres igual de hermosa que una margarita, con tus cabellos rubios y tus vestidos blancos. --Sonrió amablemente.

--¿Sólo por eso?

--No, también porque eres especial y no se encuentran personas como tú muy a menudo.

--Pero nuestro jardín está lleno de margaritas --comenté, resaltando lo obvio.

--A pesar de esto, las margaritas no son muy comunes, por lo que no se ven fácilmente. --Hizo una pausa y se quedó pensativo, como si dudara
--. Hay otra cosa, muchas de estas responden al tacto y se contraen, expulsando el polen. Tu eres así, si te hacen daño, respondes expulsando tu veneno.

--Papá, el polen es bueno. --Sonreí ante las claras fallas en lo que decía.

--Eso no significa que tu tengas que serlo. --Se puso serio de repente y su expresión pasó a ser de total preocupación.

Nunca le había buscado el sentido a sus palabras hasta ese día. En mi lecho de muerte le encontré el significado a esos rebuscados términos, pero ya era tarde. Había sido muy mala y por mi culpa ellos ya no estaban.

Poco a poco, por la pérdida de sangre, sentí que la oscuridad me tragaba. Mi último pensamiento: soy la culpable de todas las desgracias que ocurrieron en esta casa y por ello, la muerte es mi castigo.

Cerré los ojos, dejándome llevar, sumiéndome en la oscuridad y soltando por la boca mi último aliento.

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Holi cositos:

Primero que todo, no, este no es el fin del libro, aún quedan muchas interrogantes que deben recibir respuesta.

¿Se esperaban que Daisy hiciera esas cosas?

¿Quien creen que es el malo de la historia hasta ahora?

¿Que piensan que pasará?

¿Que les pareció el cap?

Déjenme sus opiniones en los comentarios y esperen el próximo cap que es el que los ayudará comprender mejor todo.

Besitos💋💋💋.

HomicidaOnde histórias criam vida. Descubra agora