VIII

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"Dios te perdone al fin tanta tortura:

bien que a tu mano la movió el despecho

y daga fina hundísteme en el pecho.

Que no te sea la existencia dura"

(Alfonsina Storni)

Jiang Yanli acunó a su hijo contra ella, intentando disfrutar los últimos momentos de unión antes de que el demonio llegara a Lotus Pier.

El demonio que vestía el rostro de su amado hermano pequeño, que usaba sus recuerdos como dagas contra su familia, que había bañado en sangre la otrora dorada Torre de las Carpas... El demonio que había asesinado a su familia política y sin duda marchaba hacia Yunmeng para tomar las vidas de todos los allí resguardados.

No podía odiar al demonio. Ni siquiera cuando la sangre de su esposo escurría por los dedos ennegrecidos.

Ellos habían creado a ese demonio.

Ella había creado a ese demonio.

(si hubiese sido mejor hermana, su pequeño didi nunca hubiese muerto)

Se había casado con los enemigos de su didi y había esperado paz, mientras le daba la espalda

¿No era el demonio solo la suma de todos sus pecados?

No rogaría por su vida, sino rogaría por la de Jin Ling.

Su pequeño niño solo había tenido un mes de vida cuando todo sucedió. Ahora apenas podía empuñar una espada, demasiado pesada aún para sus brazos.

Ojalá se compadeciera y...

Su hermano entró, agitado.

- Todo está listo para que huyas, a-jie!

- No. No servirá de nada. Si a-Xian quiere matarme, encontrará la forma de hacerlo. Hay que proteger a Jin Ling.

- ¿¡Cómo puedes decir eso?! ¡Él no es Wei Wuxian!

- A-Cheng...

Lo silenció con una sonrisa.

- Es verdad, no es nuestro a-Xian. Es nuestra culpa que ya no sea nuestro a-Xian.

- Pero...

- Déjame terminar. Si mi muerte puede darle paz, que así sea. Se lo debo. No hice nada para salvarlo. No pude darle un entierro digno, siquiera, aún cuando yo era su hermana mayor. Si quiere mi vida que la tenga, ahora que es tarde... porque debería haberla dado por él ese día, pero no pude. Me quede con mis túnicas de oro llorando en mi habitación mientras los Jin lo masacraban.

Jiang Cheng solo la abrazó.

Sobre colchas suaves, Jin Ling dormía, aferrado a su juguete favorito. Habían tenido que darle un té especial para que dejara de llorar y gritar ante todo lo que había visto mientras huían de la Torre de las Carpas. Ante la vista de su padre moribundo que besó su cabeza y le dijo que lo amaba, poco antes de ser devorado por un cadáver feroz.

- La nodriza lo llevará lejos, más allá de los ríos y las montañas del oeste. Tiene todo el oro que se pudo cargar y hay varios navegantes expertos para acompañarla. Uno incluso cruzó el mar. Tienen que salir de inmediato. No sabemos cuándo el demonio llegará.

- Lo apaciguaremos.

- ¿Tú crees que podamos?

- Intentamos lo imposible, a-Cheng. Nuestro a-Xian lo hubiese querido así.



Se dio la orden de evacuar Lotus Pier (no sirvió de nada).

Los dos últimos Jiang de nombre aguardaron la llegada del demonio, sabiendo que no había escape.

Iban a dar una última pelea.

El líder de la secta sostuvo su espada, y le entrego el anillo materno a su hermana, para que se protegiera.



Jin Ling despertó en un bote, rio abajo, acompañado por su vieja nodriza de Yunmeng.

Lloró y lloró.

Hasta que el bote se dio vuelta de repente, ghouls de agua arañando sus maderos.

Hundiéndose por todo el oro inútil que nadie llevaría a la próxima vida.



Es bueno ver a mis hermanos de nuevo...

¿Esta es mi bienvenida a casa, hijos del río?

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⏰ Last updated: Aug 18, 2021 ⏰

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Acheronta MoveboWhere stories live. Discover now