Capítulo 11.

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Tan pronto como Louis salió de la habitación, Harry se dispuso a despojarse de sus prendas, bastante obediente, hasta sólo quedar con su bóxer negro, le quedaba algo ajustado en dicho momento.

El mayor volvió a los pocos minutos, tenía entre sus manos unas tiras de condón, quizá 4, y algo más que parecía ser lubricante en un frasco. Cerró la puerta con seguro, y se dirigió hacia la mesita de noche a dejar ahí todo lo que traía, al instante en el que bajó todo sobre la superficie, sintió las grandes manos de Harry tomarlo por la cadera y arrastrarlo hacia donde yacía el cuerpo suyo, lo sentó a horcajadas sobre él, éste empezó a besar su mandíbula suavemente, al bajar por las clavículas ya le subió a la intensidad de los besos al punto de hacer que la piel de Louis se sintiera afiebrada, ardiente, Harry estaba succionando su piel, mordiéndola, y Louis no pensaba detenerlo, de hecho había iniciado a menear sus caderas sobre él, incitándolo a seguir con lo que hacía.

Harry soltó un pequeño gemido proveniente de su febril garganta al sentir como Louis se frotaba contra él.
—Louis, tu pantalón.— reprochó, le estaba incomodando no poder sentir más la hendidura media del castaño.

—Ya lo quito.— exclamó, su voz sonaba algo distinta, con un matiz lujurioso. Se subió sobre sus rodillas, desabrochó el pantalón y lo hizo volar hacia el suelo, con éste también salió despedida la ropa interior de Louis, quedó completamente desnudo frente a un acalorado Harry.

El ojiverde no pudo evitar, o no quiso evitar bajar su mirada en dirección a la creciente hombría de Louis. ¿Eso, en mí? Imposible, pensó, consideraba que el tamaño era más grande de lo que cabría en su casto interior.

Louis empujó a Harry sacándolo de sus cavilaciones, sus manos sobre su pecho, éste cedió ante su toque y se recostó condescendiente, no tardó en sentir las manos de Louis quitarle la ropa interior, dejándolo expuesto para él.

A pesar de que Harry nunca había tenido una experiencia semejante previamente, no estaba para nada asustado, confiaba plenamente en Louis, puesto que la mirada de éste no transmitía más que veneración, admiración y un deseo bastante intenso, cabe recalcar que no era el único en la habitación con dicha ambición.  Se tensó por completo cuando sintió la húmeda y abrasadora lengua del reportero repartir lamidas generosas en la zona de su pelvis, puso sus manos sobre la cabeza de este, y hundió sus dedos entre sus castañas hebras.

Louis se detuvo. —Harry, tú ya...?

—No, aún no.— ya sabía a qué se refería. —Igual, quiero hacerlo.— sonaba bastante seguro, a pesar de no saber muy bien a qué estaba accediendo.

—Vale.— tomó el frasco de la viscosa sustancia, lo abrió, metió dos dedos en él, y sacó algo de lubricante en ellos. —Necesito que me comuniques todo, si te sientes incómodo, me lo dices, si es demasiado, me lo dices, si quieres que pare, me lo dices. ¿Entendido?

Harry asintió con los ojos cerrados, ya estaba algo ido, no quería prolongar más la espera, Louis notó esto, así que se apresuró a ponerse en una posición cómoda sobre Harry, manteniendo el rostro de él frente al suyo, volvió a besarlo con brío, le mordía los labios, y para apaciguar el dolor lamía sobre las heridas que él mismo provocaba segundos antes, en cuanto percibió que Harry ya estaba lo suficientemente relajado y concentrado en el beso, usó su mano derecha para hacerse espacio entre los pliegues del más grande, tan pronto como halló la estrecha entrada introdujo su dedo índice ya lubricado, Harry emitió un leve jadeo que Louis acalló con su boca, quería distraer lo máximo posible al menor para que no centrara su atención en su entrada que estaba siendo usurpada, Louis tenía pleno conocimiento de que la primera vez que eso ocurría no era del todo placentero, por eso mismo quería evitar lo máximo posible que Harry pasara por dolor o incomodidad durante el acto.

Peripecias grávidas. (L.S.)Where stories live. Discover now