Capítulo 48.

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—Harry... tiempo sin verte.

—Así es, ando muy ocupado últimamente, no era mi intención cancelar nuestras citas.— aquella habitación de paredes nacaradas, uno que otro cuadro colgado detrás del escritorio, las azaleas naturales en el jarrón cerca del ordenador;  había extrañado ver a esa mujer, realmente lo había hecho.

—Dime... ¿Qué has estado haciendo?— cuestionó Collins, era raro que aún no escribiera nada en su registro clínico, por lo general no dejaba de teclear.

—¿Recuerdas que te había comentado sobre que Louis me propuso mudarme junto a él?— la psicóloga asintió sin despejar su analítica mirada del rostro que yacía frente a ella.

—Estabas aterrado, temías que eso afectara la relación. ¿No es cierto?— o tenía una memoria envidiable, o leía sus anotaciones antes de atender a cada paciente; todo un misterio.

—Sí, bueno... me mudé con él hace una semana.— los ojos de la mujer casi saltaron de sus órbitas.

Cuando acabó de mencionarle a Louis lo que había decidido, literalmente el mayor se abalanzó sobre él en el asiento del copiloto, y se subió a horcajadas sobre sus muslos, para luego abrazarlo, y llorar. Sí, Louis lloró.

—¿Y cómo van las cosas? ¿La relación se vió alterada como temías?— ok, ahora sí, los característicos sonidos de los botones del teclado siendo presionados creaban un eco sordo en la fría habitación.

—No... Louis me hace sentir muy cómodo, ha hecho cosas muy lindas por mí.— recordó cómo éste estaba intentando dejar de fumar, por él. Nada más lo hacía en el trabajo, lejos de los pulmones de Harry, y también le comentó al menor que estaba intentando dejarlo definitivamente.

Su Lou estaba procurando dejar un hábito tan intrínseco en él, un hábito de años atrás, y que Harry fuera uno de los motivos lo hacía sentir tan único, tan especial.

—¿Ves, Harry? No todas las decisiones que tomes tendrán necesariamente efectos colaterales negativos.— comentó distraída. Y Harry pensó que quizá no había tanta mentira en esa afirmación.—¿Sigues trabajando en donde lo hacías?

—Sí, Louis me lleva ahí rumbo a su trabajo, queda a 20 minutos.— sus mañanas eran tan deleitosas últimamente, que siempre que dormía quería volver a despertar sólo para compartir una vez más en el auto de Louis rumbo a sus trabajos mientras cantaban a todo pulmón músicas de The Fray.

—A ver... ¿Cómo estás afrontando lo de tus padres? ¿No se han comunicado contigo aún?— ese tema.

—No, y no lo harán, los conozco. Estoy resignado.— siendo honesto, ya ni quería que se contactaran con él, estaba muy bien sin ellos.

                                ~•~•~

Se encontraba instruyendo cómo trabajar con la prensa a una señora que gravitaba entre los 35 a 38 años, la cual coqueteaba con él descaradamente. Tenía unas exuberantes ganas de decirle "tengo novio, señora, ya bájale dos cambios", no obstante debía mantener el profesionalismo, por lo que simplemente se hacía el desentendido, como si no notara las verdaderas intenciones de la mujer cada que se acercaba a él y le pedía explicaciones sobre las máquinas que... Harry ya le explicó en reiteradas ocasiones cómo se usan, y cuántas series debía hacer en cada una.

Se le hacían tan lejanos los días en los cuales entrenaba en los gimnasios y siempre que le coqueteaba una mujer él le correspondía, sólo para saciar el menester de su promiscuo cuerpo juvenil.

La tarde transcurría con típica normalidad, le quedaban como tres horas para culminar con su jornada laboral, cuando el gerente del lugar lo mandó llamar. Y... No. ¿Cómo era eso posible?

—Oh, Harry, éste nuevo cliente pagó por el entrenamiento personal, y tú te harás cargo.— mencionó el encargado de la administración del local.

—Harry... No esperaba verte aquí.— no podía ser una coincidencia. ¿Verdad? Ya eran demasiadas.

—Liam. ¿Cuándo vuelves a tu país, eh?— no quería sonar tan cruel, o quizá sí. Mas, ¿cómo era posible que habiendo miles de gimnasios en toda Ottawa justo Jones tuviera que ir al que Harry trabajaba, además de justamente en su horario de trabajo?

—Me gusta mucho la ciudad, pienso quedarme por un tiempo indefinido, no sé... hasta que me aburra, supongo, soy todo un nómada.—Harry simplemente asintió, mirando la suelo. ¿Pero qué mierda estaba pasando? —¿Empezamos?— cuestionó el invicto halterófilo, realmente impaciente.

—Sígueme.— exclamó Harry.

Una vez Liam le comentó sus objetivos a corto plazo con el entrenamiento, y la dieta que llevaba últimamente, Harry se dispuso medirlo para tener un parámetro de su progreso, y luego de idear un plan de acción empezaron a ejecutar dicho plan.

Entre ejercicio y ejercicio, Harry sentía la mirada de Liam sobre él, insistente, penetrante, desconcertante. No podía evitar sentirse hostigado.

—Bien, Liam, terminamos por hoy.— anunció más tarde, una vez realizados los ejercicios planteados.

—¿A qué hora terminas tú?— interrogó Jones.

—Emm.— miró el reloj que tenía en la muñeca.—En una hora más o menos. ¿Quieres seguir entrenando acaso? Considero que ya ha sido sufi...— lo interrumpió poniendo una mano sobre su hombro, de alguna forma el toque ajeno le desagradaba tanto que quemaba.

—No, no es eso, quiero esperarte para luego ir a tomar algo. ¿Te parece?

Harry levantó ambas cejas y su rostro se contrajo en un rictus amargo. —Liam, no puedo, primero, soy tu entrenador, no tu amigo. Y segundo tengo novio, y no creo que le guste la idea.

—¿En serio dejas que alguien más controle tu vida?— bebió de su botella de agua sin quitar su embravecida mirada del rostro se Harry. Realmente irradiaba genuina ira.

—Hombre... yo respeto mi relación, no tengo prohibido nada, pero sé por moral qué hacer y qué no.

—Sólo un rato, Harry. No se te va a morir el enano.— vale que si antes no estaba molesto por la insistencia de Liam, ahora sí que lo estaba.

Decidió que era mejor evadir al sujeto, así que fue hacia un bebedero en donde se sirvió algo de agua ignorando las pesadas pisadas que sentía detrás suyo. Liam lo siguió, rellenó su botella también, aunque ésta ya estaba llena en un 75 %. —Te veo mañana, mi invitación seguirá en pie.— exclamó antes de guiñarle el ojo, y partir como si nada.

Esto era demasiado, sentía que el comportamiento de Liam no era para nada normal, aquel chico tenía algún engranaje fuera de lugar, o Harry estaba exagerando todo, no lo sabía. Quería hablarlo con alguien, Louis no era una opción, lo preocuparía, y no quería cargar a su novio con más problemas, ya suficiente tenía con su faena diaria, más ahora que obtuvo el ascenso que tanto deseaba.

Así que decidió llamar a Elyanna para comentarle lo raro que se le hacía que Liam apareciera en lugares en los que él estaba como si nada, y que pensaba que no era una coincidencia. Ella le dió la razón, muy difícilmente serían casuales sus encuentros, por lo que le recomendó tener mucho cuidado, y comentárselo a Louis para tomar cartas en el asunto, lo último no lo haría, no...

No era para tanto, ¿verdad? Podría lidiar con esto por su cuenta. ¿No es así?

Peripecias grávidas. (L.S.)Where stories live. Discover now