17 Juls

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«Zorra»!...

Ignoré todo lo demás. Y mira que era difícil. Ignoré la poca alusión que me hizo  de que yo había acabado con la vida de Valentina; ya me lo había dicho en el funeral, lo cual no significaba que la reiteración doliera menos. Ignoré todo contexto del insulto, tan poco propio de ella que debería haberme extrañado lo mismo que si me confesara que era una extraterrestre. E ignoré también que redujera una relación que, a pesar de todas las dificultades, me hacía sentir una mujer más plena que un simple encuentro sexual por capricho.

No lo sabía. Valentina no se lo había dicho. Y cuando ya no lo esperaba, supe que tenía que enfrentarme a la realidad que aún me daba miedo pronunciar. Por eso necesité dar un rodeo, porque no sabía ir de frente aún con aquello.

—¿Qué sabes exactamente de lo que ocurrió?... —pregunté, con un temblor en la voz que a la Lucia que yo había conocido no le hubiera pasado desapercibido.

—¿Qué?

—¿Qué, qué te contó Valentina sobre por qué me fui?

—¿Qué pretendes? ¿Que te haga un relato de cómo destrozaste la vida de mi hija? Tienes unos gustos un poco difíciles de comprender.

—Ni te imaginas... —La miré, invitándola a responder a mi pregunta.

—Solo sé que mi hija apareció una mañana en mi casa, después de toda la noche sin dormir, y me dijo que tú te habías ido. Que estabas con otra persona y te ibas con ella.

—¿Y nada más? Con el tiempo, ¿no llegó a contarte más?

—Como comprenderás, después de todo lo que ha pasado este último año, no tengo una cronología muy precisa de los hechos. Solo sé que Valentina se pasó tres meses o así sin salir de la cama más que para ir a trabajar y, luego, en vacaciones, pegó un cambio de actitud enorme. Las fases del duelo, supongo. Dejó su trabajo, nos fuimos de viaje, se vino a vivir conmigo y acabó pidiéndome que te perdonara. Que ella ya lo había hecho.

Eso me sorprendió. Tanto así que los ojos se me llenaron de lágrimas. Porque no tenía ni idea de que Valentina había intercedido por mí. Ella sabía que a mí me dolía la distancia con Lucia. Que, después de unos meses sin hablar con ninguna de las dos, estaba destrozada y me planteaba a diario si me había compensado renunciar a todo aquello por haberme ilusionado. Cuando Valentina me perdonó, un peso enorme desapareció de mi conciencia, pero di por supuesto que Lucia vendría en el pack, y no fue así. Me dolía haber perdido a la mujer que había sido la verdadera figura materna en mi vida, y Valentina había intercedido para que la recuperara. Mierda, Valentina! cómo la echaba de menos. Qué vacío tan grande me había dejado.

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Después de Valle (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora