Capítulo 27

681 58 8
                                    


Nos quedamos así un rato largo, no me importó el estar mojándome, no podía dejar de temblar, no por frío, por nerviosismo.
-Vení..-estiró su brazo para terminar agarrando mi mano con la suya- vamos a dar una vuelta
-Peter llueve-intenté ser razonable, él me mostró que en su mano libre tenía un paraguas, el mismo paraguas rojo que la vez pasada.
Les mandé un mensaje a las chicas, que no me esperen para comer helado.
Ambos nos pusimos a caminar debajo de la lluvia, estábamos completamente locos, llegamos al parque de la Torre Eiffel que a pesar de todo estaba iluminada, era una postal mágica, sombre todo estar en este momento acompañada por Juan Pedro.
-Siento que vos y yo tenemos una charla pendiente-elevó sus cejas mirándome, pude ver cada detalle de sus gestos porque todo el lugar estaba iluminado a pesar de ser de noche.
-Yo...-no sabía por donde empezar-¿porque me seguiste?
-Eso entra dentro de nuestra charla, una en la cual tuvimos que haber profundizado..-él soltó un suspiro, corrió el pelo húmedo de mi cara para mirarme mejor- yo... Me enamoré Lali-sus palabras aceleraron mi respiración- no quise... Yo tampoco busqué nada de esto..-negó con la cabeza- si vine hasta acá fue por un impulso, algo en mi interior me hizo venir, tenerte lejos hizo que no dude ni un minuto más y venga hasta acá... No pretendo que estés enamorada de mi, pero sí quiero que me permitas enamorarte, porque.. Me di cuenta de que tengo mucho amor para dar.. Para darte-su voz se quebró, en ningún momento me dejó de mirar a los ojos, eso me intimidó- Mariana... ¿Me lo podes permitir?
Su pregunta, su propuesta hizo que por un momento se me fuera el aire, no me había preparado mentalmente para escuchar algo así, era una declaración, una de amor, una hecha por el primero chico que me gustó en la vida.
Tenía muchas cosas en mi cabeza en este momento, pero de impulsiva que era tomé una decisión breve, fugaz, no pensé en si iba a ser una buena idea o mala.
Entonces asentí con la cabeza.
Peter soltó el paraguas y lo dejó hacia un lado, me levantó del suelo mientras se le asomaba una sonrisa sobre sus labios, yo lo abracé por el cuello mientras él buscaba ansiosamente mi boca.
La piel se me erizo, esto era algo nuevo, me sorprendió, todo me tomo desprevenida.
-¿Venís? Digo... Conmigo...-él agarró nuevamente el paraguas del suelo.
Aún shockeada asentí con la cabeza.
Nos pusimos a caminar y me di cuenta de que no estábamos a muchas cuadras de distancia.
Peter no había elegido un departamento con cocina, ahora solamente estaba en una habitación con baño y una ventana, una con una muy linda vista.
Él se fue sacando la ropa y antes de hacer lo mismo agarré nuevamente su paraguas.
-Necesito salir a comprar algo, ¿me prestas tus llaves?-las agarré, él asintió con la cabeza.
Cuando cerré la puerta de la entrada principal me quedé pensando, caminé hasta la farmacia más cercana, ni el clima iba a detenerme, estaba dispuesta a todo, sobre todo a saber la verdad.
Subí nuevamente al piso de Peter y después de que entré él elevó sus cejas mirándome con una sonrisa.
-¿Fuiste por chocolates?-me preguntó y besó mi mejilla- vamos, anda a cambiarte, te soy una remera mía
Asentí con la cabeza y fui hasta el baño para ir sacándome la ropa, después de que me puse la remera enorme varios pensamientos se me cruzaron por mi cabeza, entonces sentí algo muy fuerte, miedo, estaba muy asustada, los cambios me habían asustado, siempre, en toda mi vida, cuando recién llegué a España hice mil cosas para adaptarme y sentirme a gusto.
Lo hice, me hice el test e intenté leer la caja, estaba todo en francés, pero supuse que era como un test normal, como los de Argentina.
Esperé, esperé tiempo de más, cuando salí lo hice con el test en mano, Peter volteó para mirarme, había preparado dos tazas de té, se le cayeron al suelo, se rompieron.
-¿Qué?-fue todo lo que salió de sus labios.
-¿Sorpresa?-acerqué el test más cerca de su cara- vamos a ser papás Peter
Me pareció lo más irreal del mundo decir esas palabras, pero era real, era una realidad que había llegado para quedarse.
Él esquivó las tazas rotas que habían en el suelo y nuevamente me levantó del suelo abrazándome.
-¿Es real Lali?-elevó sus cejas aún con cara de sorpresa, asentí con la cabeza y me abrazó nuevamente-Lali.. ¿Cómo?
-¿Qué clase de pregunta tonta es esta?-le respondí nerviosa- es obvio
Él se rió ante mi respuesta.
-Perdón.. Pero.. ¿Vos los sabías?-me hizo una caricia en una de mis mejillas, negué con la cabeza.
-Resulta que desde hace un tiempo olvidé tomar mis pastillas anticonceptivas, soy una volada.. Aún estoy procesándolo.. Perdón si te cagué la vida con esta especie de "sorpresa" no planeada-nuevamente me invadieron los miedos.
En vez de ponerme mala cara Peter agarró mi cara entre sus manos e hizo que choquemos nuestras frentes, me miró los ojos.
-No... No estoy dispuesta a dejarte nunca más sola, no solo por esto.. Bueno, creo que fui muy sincero con mis intenciones-él soltó un suspiro y asintió con la cabeza.
Lo abracé hacia mi al sentir que lo necesitaba, necesitaba eso, sentirlo conmigo, sentir algo de paz, tranquilidad, y él me lo transmitió, simplemente me aceptó.
-Hola bebé...-se puso de rodillas y le habló a mi panza plana, sentí muchos sentimientos y sensaciones encontradas, ¿esto era real?
Después buscó mi mirada y me sonrió.
-¿Sos real?-se lo pregunté cuando se enderezó, él se rió nervioso y terminó asintiendo con la cabeza.
-Vos también lo sos.. Y ahora nuestro bebito también lo es..-él puso su mano sobre mi panza y me pareció la imagen más fuerte que vi en mi vida, todo iba a cambiar, absolutamente todo, pero no iba a estar sola, Peter iba a estar acompañándome, también iba a intentar que crea nuevamente en el amor, que me abra completamente.
Juan Pedro Lanzani estiró sus brazos y nos sostuvimos de las manos, tiró de mi y nos besamos con hambre, desesperación, realmente lo había necesitado, no solo mi cuerpo, mi mente, mi alma, todo mi ser lo había extrañado.
Otra vez recorrí su cuerpo con el mío, sin dejar de besarnos nos volvimos a encontrar, sin soltarnos, no pensaba hacerlo, por lo menos hasta el amanecer.
Él se quedó haciéndome caricias en la cara, mirándome con serenidad a los ojos.
Besó dulcemente mi frente y alegre le sonreí.
-Gracias por... Gracias por no rendirte fácil...-rocé mi nariz con la suya, él me besó la punta y sus ojos se achinaron.

La-liberalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora