Jessica Brown

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Me mantengo observando al frente, totalmente convencido de que por lo menos aparentando, no se notaría el tic nervioso que me da cada vez que entro a la cafetería de la escuela, pero como siempre, fracaso patéticamente. Sostengo en mis manos la bandeja de comida que estoy obligado a comer, mientras espero en la fila a que los alumnos avancen. Y la verdad, hace tiempo me rendí intentando comprender sus mentes, o por lo menos su forma de tomar decisiones, porque realmente no sé cómo tardan tanto en elegir qué comer... Como si en realidad tuvieran que pensar sobre las opciones delante de nosotros, porque seamos sinceros, no es que haya mucha complejidad entre escoger lo que parece ser gusanos guisados o cola de ratones asadas.

Me quedo mirando fijamente a las cocineras, e intento escuchar mientras hablan, en busca de algún acento extranjero. No es que siempre me fije en eso cuando conozco a una persona, es solo que por lo menos, eso explicaría lo que cocinan. O quizás están en un nuevo proyecto de reutilizar comida reciclable y esas cosas locas que uno se imagina para tranquilizar un poco la mente.

–Ustedes merecen un 10... –les digo a las cocineras mientras tomo la primera opción, por lo menos los gusanos solo están en la tierra y plantas, me voy por lo sano y seguro. Noto de reojo cómo la cocinera me sonríe. Me prometo internamente nunca dejar que pase de nuevo, sigo caminando en busca de agua para poder ingerir, y diluir a la vez, este "alimento"– un 10 en ciencias por experimentar. –menciono mientras me volteo.

Veo a lo lejos caminando a Malcom y a Drew, y me apresuro a llegar junto a ellos para sentarnos en nuestro lugar reservado.

Quería parecer genial por lo menos aquí, pero creo que debo ser sincero ante todo, y lo más sinceramente que puedo, diré que somos lo opuesto a populares. Tampoco es que me moleste demasiado, hace tiempo dejó de importarme, ahora solo dejo que fluya.

Nuestra escuela es típica, hasta podría llamarla clásica, pero lo no-tan-típico, son los grupos del colegio. Hace unos años podría haber dicho con exactitud el número de grupos que habían, de hecho, solo recuerdo que estaban los populares y los, ya saben, simples mortales. Pero ahora existen un sinfín de grupos, desde los populares hasta... nosotros.

Miro a mi derecha hacia el sector de los extranjeros, parecen realmente disfrutar de la comida... Me debato internamente el ir a preguntarles si es que esto realmente es comestible en algún lugar del mundo, para por lo menos tener una excusa y darle una oportunidad a la comida, pero dudo que me presten atención, así que continúo caminando derecho hasta donde están mis amigos y me dejo caer en mi asiento de siempre.

–Creo que deberíamos remodelar nuestro espacio –les digo a los chicos, mientras remuevo con mi tenedor a los gusanos. La mueca en mi cara, probablemente expone el olor de la comida–¿Me repiten por qué no nos dejan traer comida de casa?

–Primero, no tiene sentido remodelar un lugar que no tiene arreglo, y segundo, porque aunque nos dejaran traer almuerzo, Logan te lo quitaría, solo porque puede –responde Drew.

–Aunque... –reconsidera Malcom– podríamos poner Losers con letras mayúsculas y brillantes que parpadeen con luces de diferentes colores, quizás no todos notaron quienes son los losers del lugar, y poner un 0 en lugar de la o, porque eso es lo que sacaré en matemáticas hoy.

–Que entusiasta Malcom –menciono mientras llevo una pequeña porción de las lombrices a mi boca. Pero pequeño no tiene nada que ver con lo que saco con el tenedor, porque al momento en que intento cortar un poco –lo que me inquieta más, porque la comida sin carne no debería cortarse–, fracaso. Parece comida digna de un gato. Lamentablemente, tampoco me gustan los gatos demasiado como para incluso parecerme a uno, así que simplemente dejo de intentar comer y me voy por la manzana. Seguro, confiable, reconocida mundialmente como algo que no falla a la hora de comerla.

L0SERSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora