T r e s

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Habían pasado unos días desde que la trajeron a la mansión Mukami y su ánimo solo podía disminuir. No es como si Yuma bebiera de su sangre o le pusiera límites, ni alguno de los otro tres chicos; sin embargo, no se sentía a gusto en lo absoluto.

Comía poco, dormía poco. La graduación se acercaba y ni eso le causaba ya muchas emoción.

Mai le miraba con pesar estado ahí como su pañuelo de lagrimas casi todos los días en el Instituto. Y como lo típico de mejor amiga, le dijo lo pésimo que le caía su ex-novio, incluso si ella aún siguiera amándolo, alegando que quien había perdido en realidad fue Shu y no ella.

Después de todo ¿Quien era la del harén? Un comentario que sin duda le saco una risa por lo menos un rato.

—Hey, ¿Tienes hambre? —Yuma suspiró ante el silencio deprimente de la chica—Come esto.

Sus manos se juntaron al pasarle  una manzana. Y en instantes ella la mordió con su ahora habitual desgano, pero aún así no podía negar que sabía muy bien.

—Esta deliciosa.

—Por supuesto que lo está, después de todo yo la hice crecer ¿Lo sabías? —Presumió mientras ella comía.

—Tú la hiciste...

Yui sonrió con nostalgia observando la fruta, hasta eso le recordaba a Shu cuando también le dio una.

Seguía pensando lo sorprendida que quedó con lo ocurrido, y odió aun mas que la haya llamado comida; sobre todo, le dolía que ya no la necesitara más en su vida.

Sucedió tan rápido; eran en un inicio por lo menos más estables después de haber elegido a Shu, luego se vino un conflicto de infancia, de último fue entregada como objeto a su rival.

De solo recordarlo sentía el nudo en la garganta.

—Prácticamente Shu- san dijo que no valgo nada para él.—Pensó en voz alta.

No fue consiente de ello, para Yuma no paso desapercibido ni el comentario, ni sus ojos llorosos. Era una mujer ajena a pesar de estar soltera.

—Realmente amas mucho al vago.

Si existiera una palabra más grande que ella, sería la empleada en su vocabulario.

—Amar...

La rubia levantó la cabeza sin cambiar su expresión triste. Una de las partes más desafiantes de una separación donde existe el amor verdadero, era la incapacidad de tocarse y sentir la calidez de la otra persona. Sin embargo, este tipo de desafío también se debía a la nula estima de uno.

No valía ni tres pesos para él.

No tenia importancia, quizás esta su responsabilidad por no caer en una conocida regla de la vida: Que todo se muere, no todo en la vida no puede ser felicidad y a su antojo. Que no correra a ella, por más que sueñe. En realidad, él fue una imagen con la cual se ilusiono a partir de un conjunto de anhelos fracasados y deseos incumplidos.

Las variables quejas le parecían en vano, prefería continuar tragarlas en silencio y ahogarse sola en las sombras del pasado que olían tanto a él.

Melodías Dramáticas - © Shu Sakamaki [Short-fic]Where stories live. Discover now