𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟖

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Movía sus manos constantemente al estar nervioso, su hermana y su hija estaban frente a él esperando que hablará

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Movía sus manos constantemente al estar nervioso, su hermana y su hija estaban frente a él esperando que hablará.

- ¿Entonces Madeleine y Carlisle tendrán una cita? - preguntó por tercera vez Emmett.

- Si cariño - respondió Rose.

- ¿Por qué hicieron eso? - cuestionó el patriarca.

- Sólo queríamos darte un empujón - Esme se cruzó de brazos.

-¡Si! - gritó Alice dando pequeños saltos.

- Vaya hermano, ya se quieren deshacer de ti - se burló Roland.

- Saben pueden inventar que me enferme... Y que no puedo ir - musitó con nerviosismo.

- Oh, no. Tú irás a esa cita y nosotras cuidaremos al pequeño. - comento la rubia mientras dejaba un beso en la mejilla de su esposo.

- Vale, me reuniré con ella - se levanto del sillón para después desaparecer de la sala y dirigirse a la casa de Madeleine. Subió a un árbol para verla a través de su ventana, se oculto entre las ramas para no ser descubierto .

- Espero que te conviertas en un hombre sabio, justo y valiente - murmuraba la castaña - Llenaras de dicha nuestro hogar y la paz reinara en nuestro pueblo. - William soltó un bostezo.

Carlisle veía a su compañera con cariño, nunca había visto tanto amor en una sola mirada y podía jurar que estaba celoso del pequeño. Aun tenía muchas dudas acerca de la estadía de los Phillipe quería saber que los llevo hasta ahí y por cuanto tiempo estarían allí. La madre tomo al infante en brazos mientras lo mecía con delicadeza.

- Ma...ma- dijo entre balbuceos el infante.

- ¡Oh por todos los dioses! - exclamó la castaña - ¡Alan! - gritó llamando al pelinegro.

Alan entro a la habitación respirando entrecortado, colocó sus manos en las rodillas esperando que su prima hablará.

- Ma... Mamá - repitió el pequeño.

- Su primera palabra - susurró el jóven - Necesito una cámara - con rapidez busco una cámara para poder grabar aquel momento.

Madeleine sonreía mientras sus lágrimas se acumulaban en aquellos ojos marrones, sollozó al darse cuenta que su pequeño estaba creciendo.
El rubio aprecio esa escena, una pequeña sonrisa apareció en su pálida cara.

- Vamos, William di tío. - alentó el pelinegro al bebé pero este ya dormía - Crece tan rápido - tomó asiento junto a la castaña - recuerdo cuando más pequeño y lo único que hacía era llorar.

- Por favor, tu también llorabas. - comento la fémina tapando al bebé con una sábana.

- Si su padre lo viera quedaría maravillado con este hombrecito. - hizo una pausa - ¿Estás lista para tú cita? - cuestionó con interés.

Madeleine | Carlisle CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora