Capítulo 2

1.4K 141 14
                                    

Por la mañana me despierto sintiéndome húmeda, pegajosa e, inesperadamente, con calor, mientras un leve y constante movimiento me alienta a que despierte por completo. Abro mis ojos, sintiendo los párpados pesado, y, en cuanto logro enfocar mi vista, alejo un poco mi cabeza para ver al chico debajo de mí, quien me está abrazando como si de ello dependiera su vida… Aunque,bueno, curiosamente es así.

Descubro que la humedad inicial no es mía, sino que es todo por su sudor, y eso me deja tanto aliviada como asqueada. Pasó la noche con vida, y eso es un gran consuelo para él, seguramente. A menos que haya querido quitarse la vida a propósito; aunque hay mejores maneras de morir. Al estar tan cerca de él, cuerpo contra cuerpo, de hecho, puedo notar que su temperatura corporal subió bastante, lo suficiente para que se recupere, pero, solo para confirmarlo, pongo una mano en su frente.

Sí, efectivamente tiene fiebre, y eso no es algo tan favorable como parece. Si contrae gripe, o pulmonía, no sé qué es lo que debería hacer. Solo está allí, temblando y sudando, quizás luchando por su vida, y solo verlo me hace desear poder ayudarlo; de verdad luce como un cachorro que fue arrollado y necesita un dueño responsable que se haga cargo de cuidarlo, y, bueno, esa podría ser mi buena acción de la década.

—U menya nichego nechego delat', kstati [De todos modos, no tengo nada que hacer]. —Suspiro, bajándome de su cuerpo y poniéndome a su lado—. Necesitarás un paño frío y un baño de esponja, cachorrito. —Aunque, el solo pensar en tener que darle un baño de esponja hace que la piel se me erice y mis orejas y cuello ardan. Tal vez deba conseguir a alguien que lo haga por mí, como un médico o enfermera.

Bajo de la cama con cautela, no queriendo moverlo más de lo necesario, y lo arropo de la mejor manera que puedo, imitando el capullo de una oruga. Me visto rápidamente, decidiendo que ir a preguntar al dueño si hay alguien que pueda ayudarme con eso es una buena idea. En este momento me vendría muy bien el médico familiar, pero si lo llamo sé que advertirá a mi padre.

Le doy un último vistazo al extranjero, y salgo de la habitación cerrando la puerta muy despacio. Camino largas zancadas, bajando las escaleras hasta la recepción del pequeño hotel, y, como esperaba, el hombre de anoche está allí, detrás del mostrador de madera, con sus ojos cerrados y brazos cruzados. Me acerco a él y aclaro mi garganta para intentar llamar su atención.

—Izvinite! [¡Disculpe!] —bramo, cuando no despierta la primera vez.

Abre los ojos con un sobresalto, y su expresión cambia a un ceño fruncido cuando me ve frente a él.

—Vy prishli, chtoby zakonchit' registratsiyu? [¿Vienes a terminar el registro?] —pregunta, sacando el libro de clientes y tendiéndomelo junto con una pluma.

—Konechno, eto tozhe [Eh… Sí esto también]. —Tomo la pluma, y firmo en el último espacio ocupado con su letra, devolviéndole inmediatamente las cosas—. Ya prishel poprosit' pomoshchi, ili yesli vy mozhete pozvonit' doktoru [Vine a preguntar por ayuda, o si puede llamar a algún doctor]. —Me inclino sobre el mostrador, tratando de convencerlo con una expresión inocente.

—Na ulitse snezhnaya shtorma, vy ne dolzhny rasschityvat’ na doktor, prikhodyashchiy s etoy pogodoy [Hay una tormenta de nieve allí fuera, no cuentes con tener un doctor con este clima].

—Yesli sluchayno... [De casualidad...]

—Ya en doktor. Yesli vam nezhno chto-to yeshche, vy dolzhny sdelat’ esto samostoyatel’no [No soy médico; si necesitas algo más, tú deberías hacerlo] —me interrumpe, cortando mi petición por la mitad, y haciéndome fruncir el ceño. La idea de tocar el cuerpo desnudo del extranjero hace que un escalofrío, aunque no uno desagradable, y un cosquilleo en el estómago.

El Inicio del Legado | Clan Crawford #0Where stories live. Discover now