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Golpe tras golpe, era un grito de frustración.

Sentía la mirada de su mejor amigo a sus espaldas probablemente vigilándolo desde el interior de la casa, pero Jeon Jungkook solo podía concentrarse en su propio dolor que desquitaba contra ese saco de boxeo. No le importaba que sus nudillos ya habían empezado a quemarle, no le importaba que su cuerpo ardía por el exceso de energía física que estaba utilizando. No le importaba nada más porque no tenía a su razón de vivir a su lado.

Una semana. Había pasado una semana desde el día que se enteró de quién tenía a Taehyung y que, pese a los esfuerzos inmediatos de aquella noche, no lograron encontrarlos.

Habían vuelto al inicio de nuevo, y era Taehyung exactamente la única razón por la que seguía de pie, con la única finalidad de volver a tenerlo junto a él. Vivo y sano.

Aventó otro fuerte golpe al saco ante el pensamiento. Día tras día, de alguna razón comenzaba a aferrarse a esas palabras; vivo y sano. Como un fuerte anhelo disfrazado de un terrible temor ante el futuro incierto. Cada día, suplicaba por ello. Se convencía a si mismo que era la única posibilidad, la única opción, y sabía que se aferraba a ello ya que no quería perderse en los miedos de su propia mente. Su estabilidad emocional estaba pendiendo de un hilo, consciente de que las pocas horas que lograba conciliar el sueño era solo para tener hermosos sueños o sus peores pesadillas que protagonizaban a la misma persona: Taehyung.

Se sentía un fracaso, cada día odiándose por no haberse aferrado a él, por no haberlo cuidado adecuadamente, por haberse separado de su lado un solo instante, porque ese solo instante fue lo que bastó para perderlo. La tortura de esa culpa lo consumía cada día con más vehemencia.

Si tan solo hubiera insistido más en ir con el... Si tan solo no hubiera esperado tanto tiempo para ir en su búsqueda... Solo si tan solo...

Comenzó a lanzar una serie de golpes seguidos y rápidos al saco, cada uno más fuerte que el otro mientras el sudor comenzaba a empapar su rostro y deslizarse por sus mejillas. Terminó con un ultimo golpe en el que sintió un dolor punzante en toda su muñeca antes de abrazar al saco, agotado en todos los sentidos posibles. Comprendió en ese momento que sus mejillas no estaban empapadas de sudor, sino de sus lágrimas.

—Tae... —susurró con voz entrecortada, cerrando fuertemente los ojos e imaginando que esa pesadilla viva no era real, si los mantenía lo suficientemente cerrados incluso podía recordar perfectamente la sensación de tener a Taehyung entre sus brazos, el brillo en sus ojos cuando lo miraba, la sonrisa deslumbrante que tanto amaba—. Mi amor... —soltó un leve sollozo.

Pero sus ojos no podían estar cerrados para siempre. Y no podía huir a la realidad de que, cada vez que los abría, Taehyung no estaba ahí.

Su pecho se contrajo por el insuperable dolor, y no fue hasta que escuchó unos pasos viniendo hacia él que se dio cuenta que se había quedado con su cabeza recargada contra el saco durante todo ese tiempo, llorando en silencio.

—Kook —lo llamó su mejor amigo con un suspiro—. Ya es tarde, ven a cenar con nosotros.

Jungkook tomó una fuerte respiración y secó rápidamente sus mejillas. No fue hasta que volvió a sentir un fuerte pinchazo en sus nudillos que notó lo mal que estaban.

—Mierda, Jungkook —espetó Namjoon con angustia, acercándose para revisar las manos del menor. Jungkook tenía los vendajes ligeramente ensangrentados. Se había rehusado a usar unos guantes—. ¿Es que acaso quieres romperte los dedos?

Jungkook se mantuvo en silencio. Últimamente no había sentido la voluntad para hablar mucho.

Namjoon le quitó rápidamente los vendajes, revelando todos los nudillos completamente rojizos, y en algunos de ellos, se mostraban cortadas ligeramente abiertas. Nam volvió a soltar otra maldición.

Unstoppable Addiction  ✾KookTae✾Where stories live. Discover now