Capítulo 5

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Capítulo 5

Rubí

—No, es imposible, yo vi cómo lo mataron —digo, mientras me levanto enojada de la mesa —. No puedes venir a decirme esto, no después de todo lo que estoy dispuesta a hacer para vengarlo.

—¿Lo viste morir? —asiento con la cabeza —. ¿O eso es lo que crees? ¿Se llevaron el cuerpo? —vuelvo a asentir —. Pues no creo que nadie quiera hacerle un velorio. Está vivo, Rubí.

—Mierda.

—Dijiste que lo viste morir. —me reclama Arthur, con dolor en los ojos.

—Eso creí yo... No-o nunca pensé que pudiera.

—Eres una idiota. —me insulta Kart.

—No la insultes, ella no lo sabía. —me defiende Arthur.

—Bien, pero de todas maneras hubieran ido a rescatarlo, ¿cierto? Porque, si está vivo, debe estar a punto de morir.

—¿Lo están torturando?

—Es muy probable, quizá lo usen como juguete sexual, yo que sé.

—¿Por qué buscan a Rubí? —indaga Jane.

—Hay alguien buscándola, nadie quiere decir quién.

—¿Alguien está buscándome?

—¿Eres sorda o qué? —Kart está harto de mí.

—Cállate de una vez si no quieres que te dé un puñetazo. —interviene Arthur.

—¿Arthur está defendiendo a alguien? Eso es nuevo.

—Y bastante... —escucho que murmura Jane.

—Pues, ¿por qué alguien me buscaría? A mí. —digo, con énfasis. Todos se quedan en silencio, pero un recuerdo viene a mi memoria—. Hubo... Un chico que me reconoció cuando me mudé con Vera, me llamó Cristal y dijo... Cosas raras.

—¿Qué dijo? —pregunta Jane, preocupada.

—Dijo que por fin me había encontrado, salí corriendo de allí.

—Entonces, hay alguien buscando a Rubí. Diana Provenzano, nos sigue, Jasper me quiere muerto y Dominus está en peligro. ¿Alguna idea de cómo salvar a Dominus sin morir en el intento? —Arthur está completamente enojado, quizás hasta triste, pero se oculta detrás de su máscara de frialdad e intenta lucir pasivo.

—Mejor lancémonos de un techo ya, suena más seguro. —sugiere Jane sarcásticamente.

—¿Saben dónde está Dominus, en primer lugar? —pregunta.

—Están en el lado contrario a los Gambino, tendríamos que ir a la costa para poder encontrarnos con ellos.

—Si vamos, ¿no crees que nos matarán?

—Es la única forma de saberlo, y tenemos que hacer esto muy rápido.

—No vamos a poder, deben ser muchas personas... No lo había pensado así.

—No podemos solos, los Gambino éramos bastantes, en cambio los Coleman...

—No somos muchos, pero somos buenos en lo que hacemos.

—¿Y qué hacen? —indago.

—Ella sí que está perdida.

—Cállate, Kart. Son traficantes. —me contesta Arthur.

—Oh.

Creo que era la primera vez que estaba con tantos traficantes, la única amiga que había tenido en la cárcel era... Alexa.

Sed de sangre [Libro #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora