Epílogo

196 18 29
                                    

Epílogo

Rubí

Aún recuerdo como si fuera ayer el día en que todo pasó, pero ya estaba superado, no todo claro, porque sino, no estuviera aquí. Donde todo había empezado. Quizá era un señal, el inicio de algo nuevo. Pero a pesar de todos estos años mi mente no dejaba de pensar en este día, si algún día volvería a pasar, y ahora que estoy aquí, me doy cuenta que sí.

Me pregunto qué me habré perdido, las relaciones que no he podido recuperar porque estaba lista para vivir una nueva etapa, necesitaba irme, porque no podía ver a nadie sin que se me retorciera el corazón, porque todos sabían lo dañada que estaba, menos yo. Fue un proceso bastante difícil de superar, sinceramente las horas de terapia que tenía fueron de gran ayuda, pero no me gustaría recordar nada de esos años.

Me había logrado escapar de Arthur Collins, y era algo de lo que no me arrepentiría nunca, porque me hizo muy bien estar lejos de todo, de mi misma, porque no era sano vivir así, necesitaba ser yo misma, descubrir las cosas que me gustaban, y nunca lo hubiera hecho si no fuera por mí, porque si me fui por amor propio, y ahora me siento más fuerte que nunca, me siento como una piedra difícil de romper.

Entonces cuando por fin me sentí bien del todo, decidí regresar, aquí, porque a pesar de todos estos años, necesitaba esto, quería hacerlo en verdad, volver a intentar algo que quizá si me haría feliz, no podía quedarme, eso estaba claro, pero necesitaba verlo después de todos estos años.

Aquí me encuentro, a punto de iniciar mi plan.

Comienzo a entrar al gran edificio de 30 pisos de alto. «No ha cambiado nada», pienso mientras veo mi reflejo en una de las ventanas. Recordando cómo fue la primera vez que vine. Entro y la recepcionista me manda al último piso, camino por el gran pasillo, mis manos temblando de nervios por lo que me encontraría allí.

Entonces tenía la puerta en frente, tomo una gran bocanada de aire y la empujo lentamente. Lo veo ahí, sentado en su escritorio, tecleando algo en su computadora e ignorando por completo mi presencia. Pero cuando levanta la mirada, sus ojos se clavan en mí, una electricidad me recorre la espina dorsal, y por instinto retrocedo hasta que impacto con un objeto detrás de mí, había botando un florero.

—Joder. —susurro, e intento levantar la maceta, pero Arthur se levanta de su escritorio y me quedo petrificada ante su imponente presencia.

—Estás aquí. —espeta sorprendido, yo solo me quedo mirándolo fijamente, sintiendo como mi corazón se acelera cuando se levanta del escritorio, imponiendo su presencia.

—Hola. —logro decir bastante tímida, la verdad era bastante raro sentirme así, después de tanto tiempo, pero las ganas de acercarme a él y darle un abrazo me amenazaban con hacerlo.

—¿Hola? —por un momento creo que su tono es borde, pero cuando sube su mano lentamente y acaricia mi rostro delicadamente, causando que me estremezca ante su tacto. —. Te fuiste durante estos tres años, sin decir nada. Regresas aquí y solo dices: hola. En serio te sigo amando.

Mi corazón dio un vuelco cuando oigo lo último que dice y no evito sonreír. Sus cálidos dedos acarician mi delicada piel y por instinto apoyo el rostro en su mano sin desviar mi vista de sus ojos.

—Te he extrañado joder.

—Y yo a ti...

—¿Te quedarás? —pregunta preocupado, inmediatamente bajo la mirada.

—Lo dudo mucho, estos años he hecho mi vida y... No quiero perder todo lo que he conseguido, ahora soy gerente de una empresa en Londres, los estudios que tenía me sirvieron para crecer en todo, y no podría dejar todo solo por ti.

Sed de sangre [Libro #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora