Capítulo 18

160 26 0
                                    


P.O.V Vallolet

Gimo frustrada.

Llevaba una semana en cama y ya no podía más, por suerte no me pusieron un fierro o tornillo para unir mis huesos debido a que había un doctor que era hombre lobo y fue él quien me operó evitando que me pusieran eso.

Recuerdo la conversación que tuvimos y sonrío.

Miro a la persona que está al costado mio pero lo veo un poco borroso.

Noto como de apoco el silencio que había se comienza a llenar de ruido, escuchaba voces pero no entendían que decían, era como si hablaran otro idioma sin embargo después fui comprendiendo.

-¿Cómo te encuentras?-. noto que era un doctor con bata blanca de unos 30 años más o menos, de piel bronceada, rasgos bastantes marcados pero con una mirada dulce.

-¿Cuándo llegue acá?-. intento hacer memoria y mis últimos recuerdos son estando aún en el bosque.

¿Y Alex? ¿y la reunión, cómo le fue?

Vuelvo a intentar concentrarme, era claro que estaba en un hospital, el olor era intenso, tanto que me picaba al respirar.

-Tuviste suerte, pasaba un poco más de tiempo y lo más probable es que murieras desangrada, menos mal que las personas de la manada en la que te dejaron te trajeron o sino no lo cuentas-. agarra una tabla con papeles mientras le echa una ojeada.

Asiento en mi cabeza pero me alarmo al escuchar la palabra manada.

-¿Manada?-. intento sonar calmada pero no lo logro. Escucho su risa y me frustro al no poder ver su rostro.

-Tranquila yo también soy hombre lobo-.lo susurra casi como un suspiro pero lo escucho claramente. Exhalo todo el aire de mis pulmones y por fin puedo volver a ver su rostro-. cuando llegue justo te estaban entrando a pabellón para operarte, sentí tu olor por lo que pregunte de que te iban a operar y casi me espanto al enterarme de lo que te iban, bueno ya tu sabes-. dice con aire despreocupado-. por suerte pude operarte yo o sino tus huesos se desgarrarían cada vez que te transformes por el tornillo incrustado que tendrías y créeme que no te gustaría, te dolería mas que tu primera transformación.

Me estremezco al imaginármelo.

-Bueno hoy mismo se te dará de alta por lo que creo que te estaré viendo dentro de una o 2 semanas para poder derivarte a una rehabilitación para que puedas volver a caminar, creo que es el tiempo suficiente para una mujer lobo. Ven y búscame por Pascal Meyer.

Sin más que decir se levanta despidiéndose agitando la mano.

No parecía un doctor, era más como un charlatán pero le debo las gracias.

-¿En qué piensas?-. miro a Adair quien venía con el desayuno.

Me enderezo intentando acomodarme para comer.

Al final él cada mañana me hacía compañía por una o dos horas hasta que tuviera que entrar al trabajo, era bastante triste si lo pensaba, ya que antes solo tenía a Alex de amigo, ni siquiera tenía una amiga en estos 21 años y ahora que Alex estaba vetado para entrar a esta casa, Adair se había ofrecido a acompañarme aunque no era necesario.

Los primeros días que vino me sentía sumamente avergonzada y es que venía cuando yo recién despertaba teniendo todo el pelo desordenado, con cara de muerta, ya que en estos últimos 3 años no dormía mucho por lo que ahora dormía todo lo que podía, pero él nunca decía nada de mis apariencias hasta que me acostumbre.

Comenzamos a comer deleitándome con las galletas de mi madre y el café amargo, Adair por su parte se tomaba un café con leche y un sandwich.

sentía que iba a subir mucho de peso si seguía así pero no me quejaba, tenía que disfrutar mientras durara.

-¿Y entonces?

-¿Ah?

-Te había preguntado que quién era.

-¿Quién?- recuerdo lo que me pregunto- ah es el doctor de que opero, es lobo también por lo que evitó que me pusieran un tornillo en el pie.

-¿No te lo pusieron?-. me mira consternado y yo me encojo de hombros.

-Pensé que lo sabias.- cambio el tema sin mucho interés de hablar de eso.-Adair, ¿te puedo hacer una pregunta? y no quiero que me respondas de que ya te la hice-. se ríe pero asiente-. ¿Cómo es que eres tan inteligente si pasaste casi toda tu vida encerrado sin poder seguir con tus estudios?

Lo miro cautelosa sin saber si debí de haberle preguntado eso pero llevaba varios días pensándolo, él siempre hablaba de forma correcta, fluida, era bastante inteligente y meticuloso.

Se rasca la nuca para posteriormente dejar la taza, ya sin té, en la bandeja.

-La verdad es que nunca tuve estudio-. me mira con lo que yo supongo que es vergüenza-. cuando llegué a esa manada era bastante pequeño como ya sabes, me recibió una abuelita que vivía sola y ella me enseñó todo lo que se-. se queda callado recordando esos tiempos y sonríe tiernamente-. recuerdo que me encantaba leerle y ella era feliz debido a su edad no veía del todo bien, comencé con historias cortas hasta poder leerle novelas, cuando salí de donde sea que me tenían, ella ya no estaba.

-Lo siento.- murmuro sin saber que decirle, se notaba que le dolía.

-Cuando volví a su casa había un cofre en la mesa con cartas para mí, no las pude leer todas pero las que si eran hermosas-. se ríe-. su letra era enorme, me imagino porque casi ya ni veía-. se vuelve a reír-. era una mujer encantadora, para mi fue la familia que no había tenido, me dio un techo, comida, comprensión y amor. Debió de haber quedado devastada cuando no volví a llegar más. Su casa estaba casi a las afuera de la manada era pequeña y con un techo de color azul, nunca entendí porque.

Se levanta para llevarse las cosas y no se habló más del tema.

La mañana pasó con bastante calma, estar con Adair me llenaba de alegría, era tan espontáneo que no podía evitar reírme por sus ocurrencias, relajándome con su presencia, tristemente ya era hora de que se fuera.

-Nos vemos mañana, intenta descansar.

-Descansa tú para que mejores, aunque me gustaría poder estar más tiempo contigo-. sonríe mientras se aproxima a mi.

Odiaba cuando decía cosas así causando que mi corazón diera un brinco.

siempre me atacaba con palabras tiernas y miradas significativas que me confundían, no quería enamorarme y que después me deje cuando encuentre su mate, él aún era pequeño para poder entenderlo.

Quizás sentía algo por mi pero eso sería nada cuando encontrara a la persona indicada y yo no quería sufrir.

No quería salir herida y quedarme sola otra vez, no quería entregarle mi corazón cuando sabía que no lo podría cuidar, pero cada vez se me hacía más difícil reprimir estos sentimientos.

Permíteme enamorarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora