TRECE

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HYUKJAE

—¡Lee Hyukjae!

Me despierto de golpe, dando un brinco que hace que deje de estar sentado en la silla con las piernas sobre mi escritorio para tener la cara pegada al suelo. Aprieto los dientes y me llevo la mano a la espada. Qué dolor.

Miro hacia arriba con ojos entornados para ver al culpable antes de levantarme. Es Jungsoo. Pues claro que es él. Nadie más se atrevería a entrar en mi habitación y gritar mi nombre como si nada. A nadie más se lo permitiría.

—¿Qué quieres? —me crujo los huesos— Estaba escribiendo.

—Ya lo veo...

No me río con él. Cierro mi diario antes de que pueda leer lo que he escrito, recojo todas las cosas y guardo cada una en su sitio. Solo entonces, me giro para atenderlo.

—¿Y bien?

—Lo he visto —señala mi estantería—. Si quieres ocultar algo, no te duermas y lo dejes a plena vista.

Miro por encima de mi hombro, por si cabe la pequeña posibilidad de que no esté hablando de mis escritos de hoy. Pero es que lo único que puede haber visto mientras yo dormía es mi diario abierto de par en par. Genial. Me preocupaba que el principito fuese a contárselo y al final será culpa mía si todo el barco se entera de nuestros besos.

Resoplo y me dejo caer en mi cama.

—¿Estás enfadado?

—No.

—¿Seguro?

Me sonríe un poco, lo suficiente para que me crea que no le ha molestado. Para que así duela más cuando frunza el ceño y me golpee con dos dedos en la frente.

—¡Pues claro que estoy enfadado! ¿Eres tonto o qué te pasa? ¿Te digo que tengas cuidado, que le vas a hacer daño, y qué haces? ¡Besarlo!

—Pero él quiere...

—Estás maldito. Se va a enamorar y ¿qué harás entonces? ¿Rechazarlo como hiciste con Heechul? ¿Hacerle creer que con Talasa encontrará la forma de romper tu maldición para que vivais juntos y felices para siempre jamás? ¡Oh, por Poseidón, Hyukjae!

—Deja de llamarme así.

Me revuelvo el pelo con frustración. Odio que tenga razón. En momentos como este, desearía haberlo dejado en casa. Pero no, me pareció buena idea decirle que me marchaba en un viaje en barco. Claro, que amenazó con atarme a un poste en el establo si no lo llevaba conmigo.

Jungsoo tiene cinco años más que yo y tenía veinte cuando mi padrino lo encontró tirado en una posada, a punto de sufrir un colapso por beber demasiado alcohol. Por alguna razón, le pareció buena idea llevarlo a mi casa y dejarlo en la habitación de invitados. Allí, mamá y las criadas se encargaron de cuidarlo durante tres días hasta que comenzó a mejorar. Entonces me tocó turnarme con ellas. Pasé semanas encogido en el sillón, estudiando para la escuela mientras lo miraba por encima de los libros, deseando que me pidiera agua o comida para poder soltar la pluma.

La tarde que se sentó a comer con nosotros, papá, mamá, mi padrino y yo nos quedamos con la cuchara a medio camino entre el plato y la boca. Estaba hecho un desastre e iba apoyándose en las paredes al caminar, pero al menos no estaba sudando, no supuraba pus por sus muchas heridas y no tenía alucinaciones. Me levanté de la silla junto con mi padrino para ayudarlo a llegar a silla.

—Gracias —murmuró.

—Hyukjae, ve a por los cubiertos para nuestro invitado.

Asentí sin rechistar y corrí hasta la cocina, esquivando a las cocineras. Plato, cuchara, cuchillo, tenedor y vaso. Volví a toda prisa, lo coloqué delante de él y dejé que mamá le sirviera un poco de sopa de pollo. Él se quedó mirándola un instante antes de reaccionar.

En busca de Talasa [EunHae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora