Capítulo 3

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La mañana siguiente me desperté junto a Andrés. Seguía allí en su lado izquierdo de la cama durmiendo con el semblante relajado y los brazos desnudos estirados buscándome a su lado. Su nariz seguía hinchada por el golpe del día anterior. No recordaba a qué hora había llego la noche anterior, pero sí recordaba haberme hecho un bollo bajo las mantas, calmando el galopar de mi corazón. Iba tan borracho que ni siquiera reaccionó ante mi presencia después de la discusión que tuvimos esa mañana.

Una expresión de tranquilidad surcaba su rostro, ese que tenía una mandíbula afilada y una barba de pocos días. Sus ojos verdes esmeralda estaban cerrados, pero podía sentir como el aleteo de sus pestañas me ponía la piel de gallina como siempre, y no pude evitar estremecerme. Cerré los ojos deseando que siempre estuviera así. Tranquilo, sereno.

Mi móvil no dejaba de vibrar encima de la mesita de luz y mi corazón dejó de latir al mismo tiempo que mis manos empezaron a temblar cuando abrí la nota periodística de la reviste "DIME" con un titular enorme que decía "Aurora Contilli engaña a su pareja, el arquitecto Andrés Cossi, con una mujer". Ahogué un gritito de fingida sorpresa, contenida por una felicidad inexplicable, llevándome la mano a la boca mientras corría al baño que había en nuestra habitación y la cerraba haciendo el menor ruido posible.

En las fotos aparecía una borracha versión mía besándose descaradamente con otra mujer que ni siquiera recordaba, en un bar conocido en plena noche.

Me permití observar el espejo que tenía frente a mí y me detuve un largo rato respirando pausadamente, mirando el reflejo que este me devolvía y pensando en cual sería mi siguiente paso. Mi rostro estaba más delgado que antes. Las ojeras oscuras debajo de mis ojos color miel no desaparecieron y mis brazos estaban a punto de desaparecer de lo delgados que estaban. Esta no soy yo, me decía a mí misma negando la cabeza una y otra vez. Hacía mucho tiempo que ese reflejo que me devolvía el espejo no era yo y nadie lo notaba.

Me sentía sola. Más sola que nunca y sonreí con ironía sintiendo una lágrima solitaria surcar mi mejilla pálida. ¿Quién diría que una persona con 5 millones de seguidores puede sentirse sola?

Mi móvil volvió a vibrar y esta vez leí rápido el mensaje que mi mejor amiga me había enviado.

"Abajo ya está todo despejado. Tengo una maleta con tu ropa"

¿Qué eres capaz de hacer para ser libre? Yo era capaz de engañar a Andrés y escaparme al fin del mundo. 

VorágineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora