Prólogo

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Des caminaba por todo el despacho y la ira brotaba de cada poro de su cuerpo.

Era un alfa autoritario y dominante pero generalmente educado y amable; el único que lograba descolocarlo era su hijo Harry,
quien en ese momento yacía en uno de los sillones de cuero del lujoso despacho, luego de no haber podido llegar a su recamara y haberse rendido ante las largas escaleras
que conducían del salón principal al segundo piso de la imponente mansión.

Ese día Des despertó con los gritos de la servidumbre quienes creían que algo le había ocurrido al joven Harry. Tanto él como su esposa Anne, su maravillosa y hermosa omega, saltaron de la cama para confirmar lo que indicaban los gritos, aunque ambos ya sospechaban lo que había ocurrido en realidad.

No era que Harry nunca hubiese llegado ebrio a casa, es que nunca lo había hecho en ese estado; evidentemente había sido golpeado y estaba mal herido. Al parecer alguien había tenido una noche agitada.

Anne ordenó que lo llevaran a su habitación para curarlo y dejarlo descansar pero Des no lo permitió, necesitaba darle una lección a Harry.

— Hasta que despiertas — espetó Des en
cuanto el joven abrió los ojos, aunque
inmediatamente los cerró quejándose por la cantidad de luz que se colaba por el ventanal.

— Ten la decencia de cerrar las cortinas -, dijo Harry en tono molesto.

—¿Decencia? Tú, hablando de ¿decencia?. Harry, eres un alfa que amaneció tendido en el salón principal, a la vista de toda la servidumbre porque decidió beberse todo el alcohol de Londres y sus piernas no le respondieron. ¡UN ALFA ADULTO! — exclamó. — Llegando ebrio y mal herido —.

Harry no dijo nada, observaba a Des con
sorna y descaro mientras se palpaba los
golpes con cautela.

—No lo entiendes, ¿verdad? — prosiguió Des — eres el hijo de un barón, Harry, eres un caballero. ¿Crees que estás dónde estás y eres lo que eres por comportamientos como el que estás presentando? — Esta vez Harry rió con amargura.

—¡No! El que no entiende eres tú. ¿Te digo
quién soy padre?... Soy un alfa adulto al que aún no le llega su celo. ¿Sabes qué significa? Que estoy descompuesto, que nunca podré marcar a mi omega, si es que hubiese uno para mi. Soy patético— Dolor reflejado en sus ojos.

Des sintió pena por su adorado hijo pero no
permitiría que siguiera comportándose de
ese modo, no toleraría esa conducta.

Harry llevaba más de dos meses bebiendo y
metiéndose en problemas, buscaba peleas y
repartía golpes tanto como recibía en asuntos que no le incumbían.

¿La razón? Harry sabía que no era normal que su celo aún no llegara, pero eso no le había importado tanto hasta que su mejor amigo Liam marcó a un omega varón. En ese momento y ante la evidente felicidad de su amigo alfa, Harry entendió que él jamás tendría eso, jamás sentiría aquello que Liam describió con ojos brillantes como "la más dulce de las ambrosías".

— Lo sé hijo, pero eso no quiere decir que estás descompuesto, te aseguro que tu celo llegará y tu omega seguirá allí afuera esperando por ti — dijo Des en un tono condescendiente. — Pero yo no puedo aceptar tu conducta Harry. Somos nobles, las personas en Londres saben quién eres y de qué familia provienes, deben parar de hablar de ti. De nosotros. Por eso he decidido que lo más conveniente es que vayas al campo, que te alejes de todo esto —
Des se detuvo en cuanto vió la expresión en el rostro del joven alfa y dudó en decir lo siguiente —Qui-quizá allá encuentres a tu omega—.

Eso fue todo para Harry, quien en ese
momento se levantó sin importar el dolor
en su cuerpo, ojos inyectados en rabia y
gruñendo, se sentía abandonado, aislado y
herido. ¿Acaso estaba Des burlándose de él?

— No iré, no voy a encerrarme en una casa
de campo para tu placer y beneficio Des. ¿Te averguenza la clase de alfa que soy?, ¿Es eso?, ¿Quieres enclaustrarme? —gritaba Harry fuera de sí. — ¿Cre-crees que encontraré una OMEGA? ¿Una omega en el campo? Ese ha de ser el último lugar donde Dios habría enviado a un omega decente. NO HAY MANERA ALGUNA DE QUE YO SALGA DE ESTA CASA RUMBO AL CAMPO-.

Bastó que Des usara su imponente voz de alfa sobre su hijo para que éste se hallara camino al campo después de una conmovedora despedida de su madre Anne y su hermana Gemma en el salón principal de su casa.

El alfa mayor sólo salió del despacho y
entregó a Harry una carta con instrucciones luego de un rápido e incómodo abrazo.

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