Capítulo 1

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Después de un largo y extenuante viaje, ya era de noche cuando Harry llegó a la casa de campo propiedad de su familia.

Era una casona grande y tenía un aspecto algo descuidado, no la recordaba muy bien puesto que la última vez que él había estado en ese lugar, él tenía menos de diez años, de lo que sí estaba seguro era de haber estado más emocionado al respecto en aquél momento.

Esta vez Harry había odiado el aspecto de la casona, el clima y la soledad a su alrededor, odiaba a Des, odiaba su celo inexistente e irremediablemente odiaba ese lugar.

Después de descargar todas sus cosas, Harry se dispuso a leer la carta que su padre había escrito para él. En ella Des le explicaba que no tendría servidumbre, que era un hombre adulto y que por ende podría arreglárselas por sí solo, además que no era un viaje de placer - cosa que el jóven alfa tenía más que clara - ni unas vacaciones, era un "castigo".

— Y luce como tal — pensó Harry al observar los muebles cubiertos con sábanas blancas y los estantes llenos de polvo, evidentemente requería ayuda, y tendría que buscar a alguien en el pueblo, probablemente a los Tomlinson que Des mencionaba en la carta. Según decía allí, ellos requerían la ayuda de Harry y su padre "muy amablemente" la había ofrecido en su nombre, bueno, si ellos requerían sus servicios, él esperaba que le pagaran con aseo y encargandose de su cocina, era lo mínimo.

Estaba plenamente consciente de la hora, por lo cual rebuscó entre su equipaje una botella de vino que había logrado ocultar entre su ropa, se arrojó sobre una poltrona que se encontraba aún cubierta con la sábana blanca, bebió, maldijo y lloró.

Era infeliz, estaba solo, había perdido a Liam, el único amigo leal que tenía, había
logrado cansar a su familia y jamás tendría
una pareja. Estaba convencido que ningún
omega en el mundo había sido creado para
él, no pertenecía a ese lugar, ni a Londres y lo más doloroso, no pertenecía a ningún Omega como ningún omega pertenecía a sus brazos. Se durmió con la certeza de que estaba tan solo como se sentía y que eso no cambiaría.


Los rayos del sol que se colaron a través de la desgastada cortina causaron que el alfa fuese consciente de su desazón e hicieron que su amargura estuviera a tope esa mañana

— Juro por todo el vino de Inglaterra que no vuelvo a beber — gruñía por lo bajo mientras caminaba rumbo a la casa Tomlinson esa mañana, cólera evidenciándose en su rostro.

En cuanto llegó fue recibido por una Omega, una bastante bonita, rubia ojos claros, azules para ser exactos, como tantas que había visto regodeándose por las atestadas calles londinenses con sus hermosos vestidos y liberando feromonas que atrajesen a adinerados y caballerosos alfas, tales como él, pero completos. Delgada, pequeña, con ese aroma dulzón que tanto anhelaba le causara algo más que nada, estaba delante de él y lo miraba como si la reina Victoria en persona estuviese frente a su puerta.

— Bu-buenos días jóven...—

— Styles, Harry Styles —

— Si, si, ya-ya lo sé, lo lamento — dijo la joven con una pequeña reverencia inclinando un poco la cabeza hacia adelante, e irguiéndose en seguida con una sonrisa que Harry interpretó como ligeramente coqueta.

— Si-siga, Jóven Styles, mi padre lo estaba esperando, quizá algo más temprano — y pareció arrepentirse de esto último inmediatamente. — Lo siento, de nuevo, disculpe mi indiscreción —.

— Tranquila, llévame con el señor Tomlinson, por favor —.

La siguió por un pasillo corto que llevaba a
una sala espaciosa aunque no tan grande
como la de su vivienda. Todas las casas allí
eran parecidas, pero la de su familia era sin
duda una de las más grandes y lujosas, se
notaba aún con el abandono evidente y la
falta de aseo, contrario a la casa Tomlinson
que aunque era irrebatiblemente bastante
más pequeña y austera, la pulcritud reinaba en ella y todas las cosas parecían haber sido puestas en un sitio estratégicamente pensado. Todo allí parecía ser armónico y había una combinación de olores que llenaban toda la estancia, olía a alfa — ha de ser el señor Tomlinson — pensaba Harry, pero predominaba el dulce olor a Omega que lograba irritar un poco al joven alfa — Hay omegas, hay varias omegas —.

Upper Class L.SWhere stories live. Discover now