Capítulo 4

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Cuando llegó arriba, empezó limpiando los baños y luego siguió con las habitaciones, evitando la habitación principal pues suponía que allí estarían las cosas de Harry.

Cuando ya no tuvo más que hacer, entró a la habitación y como era de esperarse allí se encontraba el equipaje aún sin desempacar del alfa. Maldijo por lo bajo.

¿Acostumbrado a que te hagan todo en casa? ¡Holgazán!

Sin embargo iba a hacerlo, sabía que si no lo hacía él, tendría que hacerlo Charlotte y no pondría a su hermana en el lugar más indicado para que ese alfa se abalanzara sobre ella.

Se dispuso a sacar la ropa y a organizarla. Abrió una gran maleta de cuero marrón, la ropa se encontraba doblada — ¿Alguien empacó por ti, eh? — y se preguntó cuántas personas tendría Harry a su servicio en su casa, en Londres — Seguramente todas omegas —. Lamentaba que sus hermanas fueran omegas y que estuvieran destinadas a estar bajo la sombra "protectora" de grandes alfas mandones y territoriales.

Agradecía profundamente el hecho de que seguramente sería un alfa, no podía soportar vivir siendo un omega, no soportaría ser marcado y mucho menos alejarse de su familia.

El sabía que los omegas varones eran tratados como objetos preciados, los alejaban de sus familias y los levaban a un lugar lamado Excélsior que había sido creado bajo el reinado de la reina Victoria.

Ella, como es de esperarse, era alfa y según los cotilleos, se había enamorado en su juventud de un omega varón que había sido violado y asesinado brutalmente cuando estos eran menospreciados y vulnerados sin que tuviera relevancia alguna. Nadie había dicho ni hecho nada, y ella en cuanto pudo, ordenó que los omegas varones fueran protegidos; se impuso que ellos deberían ser tratados de manera especial, porque eran escasos y tan delicados y necesitados de protección como las omegas mujeres.

Así que en cuanto un varón presentaba su condición y resultaba ser omega, era apartado de su familia, llevado Excélsior y allí era protegido mientras lo transformaban en el omega perfecto.

Recibían clases de religión, política, idiomas, arte y música, eran aleccionados en modales, costura y cocina. Los omegas permanecían en ese lugar durante cuatro años, hasta que alcanzaran la mayoría de edad y la única forma de librarse de ello era ser reclamado por un alfa antes de que corriera la noticia y llegaran a recogerle; de sólo pensarlo a Louis se le revolvía el estómago.

Cuando salió de sus cavilaciones notó que tenía una camisa de Harry atenazada entre las manos, presionada con fuerza contra su pecho, podía sentir el fuerte aroma a alfa. Él quería oler así alguna vez, no como Harry, pero sí a alfa. Sin embargo, sintió la
odiosa necesidad de llevarse la prenda a la nariz, sólo un poco. Sólo para saber a qué puedo llegar a oler.

Enterró la nariz en la tela suave — Dios... huele... huele tan...—

— Louis, Charlotte ha...— Harry justamente abría la puerta y Louis bajó la camisa escondiéndola en su espalda.

Demasiado tarde.

El alfa lo miró divertido a causa del gesto que descomponía totalmente el rostro del menor.

Aun asi luces precioso.

— ¿Qué pasa Louis? ¿Qué hacías? —

— Na-nada Jóven Styles — dijo el pequeño casi en un susurro.

—Oh, me parece que lo que tienes ahí atrás me pertenece y estabas... ¿Oliéndolo? — declaró Harry con un tono engreído que el pequeño detestó.

Louis estaba turbado. Lo habían atrapado oliendo ropa ajena, ropa de alfa. ¡Ropa de Harry! El alfa más presuntuoso que había conocido jamás. Y lo había atrapado justamente él.

Upper Class L.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora