treinta y uno

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Izuku

No pude dejar de pensar en sus ásperos dedos recorriendo la piel de mi abdomen durante los siguientes días.

Me estaba comenzando a cuestionar si había hecho lo correcto.

Y, lo viera por donde lo viera, todo apuntaban a que no. A que había cometido un error garrafal.

Pero lo había rechazado de una manera horrible y tenía miedo de ir con él e intentar solucionarlo.

Porque era Kacchan después de todo, tal vez estaría muy molesto conmigo o tal vez ya no querría volver a verme.

A demás, no sabría qué decirle, "¿lo siento por como me tomé todo, intentémoslo?".

No, eso sonaba fatal.

Estaba a punto de tomar mi celular para llamar a Ochako por algún consejo, cuando escuché unos suaves golpes en la puerta. Me levanté de mi colchón para abrir. Aún tenía que comprar algunas cosas para el departamento, principalmente una cama.

-¡Ya voy, mamá! -grité. En los últimos días mi madre estuvo visitándome y haciéndome compañía, al parecer cuando hablamos por teléfono notó lo devastado que estaba y vino corriendo. Cosa que honestamente, agradezco. No estaba de humor para ver a nadie pero necesitaba de su compañía.

Me puse mis pantuflas y fui a la puerta.

Ni bien había terminado de abrirla cuando unos fuertes brazos me envolvieron suavemente.

Bueno, eso era nuevo.

Yo me quedé ahí, paralizado, sin saber muy bien qué hacer.

-Lo siento -sollozó, ¿de verdad estaba ahí, llorado por mí? -en serio lamento muchísimo todo lo que te hice en el pasado. Todo esto es mi culpa, que no me creas es solo mi culpa. Lo siento.

Yo no pude hacer nada más que corresponder a su abrazo, estaba enamorado y lo tenía ahí, abrazándome y llorando en mi hombro para que lo perdonara por algo que realmente nunca tuvo importancia.

Porque nunca la tuvo, nunca estuve molesto con él, nunca me sentí triste por eso. Lo único que causó fue que lo viera como alguien inalcanzable.

Y también me sirvió como excusa para rechazarlo, porque estaba asustado de lo que sentía.

Jamás pensé que podría ser correspondido, para mí no existía ni la más remota posibilidad.

Pero cuando lo hizo, me paralicé.

Y él pudo simplemente mandarme a la mierda por haberlo rechazado, pero no.

Se estaba esforzando.

Rompí el abrazó y tomé su rostro entre mis manos, tenía los ojos rojos y el cabello despeinado. También tenía unas horribles ojeras y el ceño fruncido en confusión.

Le sonreí con cariño y pasé el dorso de mi mano por debajo de sus ojos para limpiarle las lagrimas. Un gesto que hizo que cerrara sus ojos.

-Pero, ¿y a ti qué te pasó? -pregunté y pude notar como relajaba el rostro considerablemente.

-No preguntes idiotícese -respondió, y volvió a esconder el rostro en mi hombro.

Cuando le rodeé el cuello con mis brazos, él se agachó un poco y pasó sus manos por detrás de mis rodillas, presionó haciendo que cayera, cargándome así.

Enredé las piernas en su cintura y él caminó en dirección a mi habitación.

Me dejó caer suavemente de espaldas en el colchón, él se recostó a mi lado para después pasar su brazo por mi cintura y recostarse en mi abdomen.

-¿Ya me crees? -preguntó suavemente. Yo veía al techo, él tenía los ojos cerrados y respiraba despacio.

-Sí -le respondí, era verdad. Pude sentir como sonreía, pues al contraerse sus mejillas mi abdomen cosquilleó.

-Lástima -dijo.

-¿Qué?

-Es que tenía un discurso preparado.

-Te creo -le respondí, y él se movió un poco para poder verme.

-¿No quieres escucharlo?

-Sí.

-Te amo -dijo simplemente, y la respiración se me cortó durante una milésima de segundo.

-¿Ese es todo tu discurso?

-Es que yo -se volvió hacia mí, apoyando su barbilla en mi abdomen -estoy seguro de que esto que siento por ti es amor, aunque no tengo ni puta idea de cómo debe sentirse porque jamás había sentido algo parecido por nadie, nunca. Pero sé que así es como se siente. Y si no es así pues me importa una mierda, porque es así como yo quiero que se sienta.

-Dijiste demasiadas veces el verbo sentir -se sentó con las piernas cruzadas sobre mi colchón, yo hice lo mismo y me tomó de las manos.

-¿Tienes idea de la paz que logras que yo sienta? -sus ojos escarlata me veían con una intensidad que no creí posible. Nunca nadie me había visto así en mi vida, dudaba si quiera que fuese posible -y al mismo tiempo la forma en que haces que se acelere mi corazón no es ni medio normal -continuó -quiero estar contigo todo el maldito tiempo y ver tu sonrisa. Mierda, tu estupida sonrisa. Quiero esa sonrisa para mí siempre. Quiero ser la causa de esa sonrisa cada vez que pueda. Créeme cuando te digo que lo último que quiero es lastimarte, no puedo prometerte que no lo haré porque soy imbecil, pero puedo prometerte que mis intenciones siempre serán tener una sonrisa en tu rostro. ¿Recuerdas el ensayo? -me preguntó, yo me sentía mareado y feliz a causa de sus palabras -¿recuerdas el estupido ensayo de Aizawa y que yo no tenía ni la más remota idea de lo que significaba ser un héroe? -yo solo asentí - ahora lo sé, ahora no tengo ni la más mínima duda de qué es lo que significa ser un héroe para mí. Es verte sonreír. Para mí ser un héroe es verte sonreír. Tú y tu estupido capricho de que ser un héroe significaba sonreír al derrotar a los malos. Bueno ahora lo entiendo, ahora entiendo a qué te referías, porque es justo lo que quiero, verte sonreír siempre, Izuku -se acercó a mí lo más que pudo y puso una mano en mi mejilla, yo cerré los ojos ante el contacto -déjame hacerte sonreír.

Abrí los ojos y me alejé de su contacto.

𝐕𝐞𝐫 𝐚 𝐃𝐞𝐤𝐮 𝐬𝐨𝐧𝐫𝐞𝐢𝐫 | 𝙱𝚊𝚔𝚞𝚍𝚎𝚔𝚞 / 𝙺𝚊𝚝𝚜𝚞𝚍𝚎𝚔𝚞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora