Lee Minho debía admitir que nunca había estado completamente enamorado de su mujer, la verdadera razón por la que se casó con ella fue para tener una excusa que le dejara marcharse de la casa de sus padres.
Y pese a que se arrepentía de la monótona...
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El despertador sonó.
Seungmin se revolvió en su cama mientras se preguntaba si no sería mejor comenzar a estudiar a las cinco en lugar de a las tres.
La noche anterior había tardado en dormir, su mente estaba demasiado ocupada pensando en lo que había pasado y no le permitió dormir hasta la una. Además, el hambre que había sentido, ya que no había bajado a cenar para no encontrarse con su padre, fue un factor importante que provocó su poco sueño.
Finalmente decidió darse unas horitas más de sueño. Se giró en la cama para parar el despertador y ponerlo un par de horas después y se congeló.
Había chocado contra un cuerpo. El despertador dejó de sonar y, antes de levantarse de la cama la persona que dormía a su lado lo agarró de lo cintura y lo obligó a permanecer tumbado.
— ¿Mamá?
— Shh.
Supo que no era su madre cuando dicha persona se sentó sobre su cintura y posteriormente juntó sus labios con los de él.
— Papá, tengo que estudiar.
— ¿Qué te parece si te estudio yo a ti?
— ¿Qué...?
Minho hizo que su hijo se diera la vuelta, para que le diera la espalda, y elevó la camiseta del pijama del mismo, dejando a la vista su blanca espalda. Bajó hasta que sus labios se posaron en los omoplatos del menor para proceder a besarlos, a su vez, sus manos se cerraron en torno a sus nalgas para apretarlas, logrando que un gemido de sorpresa escapara de los labios del chico.
Las manos del hombre bajaron los pantalones del otro, y aquel trasero del que normalmente se reía Jisoo diciendo que lo envidiaba quedó expuesto ante la mirada del mayor.
— Sigues teniendo el mismo culito que cuando eras pequeño— sonrió Minho.
Seungmin se sonrojó al escucharlo, iba a decir algo cuando sintió cómo el mayor mordía su nalga izquierda.
— ¡Papá!
— Shh, bebé, o nos escuchará mamá.
Con su dedo corazón siguió la raja que separaba ambas nalgas superficialmente, haciendo que el menor se extremeciera, y finalmente lo metió en su entrada.
Sonrió al ver cómo Seungmin cerraba los puños, atrapando parte de la almohada entre ellos.
Metió un segundo dedo y los abrió dentro del adolescente, haciendo que una mezcla entre gemido y sollozo escapara de sus labios.
— ¿Qué te pasa, bebé?
— Duele.
— ¿Quieres que pare?
Seungmin escondió su rostro en la almohada y levantó más el pompis.
— No— respondió y, pese a que su voz se vio amortiguada por la almohada, Minho logró escucharlo perfectamente.
