capitulo 37

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Seungmin corrió hacia su madre cuando ella salió del juzgado

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Seungmin corrió hacia su madre cuando ella salió del juzgado. Había sido el tercer juicio que se celebraba para llegar a un acuerdo los dos adultos, aunque por la cara que parecía tener Jisoo, no habían conseguido nada.

A ambos les daba igual los objetos materiales. Los dos habían rechazado la casa, aunque los jueces la había adjudicado a Jisoo.

Por lo que ambos luchaban era por Seungmin.

El chico había intentado en más de una ocasión que lo tomaran en cuenta a la hora de decidir quién conseguiría su custodia, pero decían que aún era menor y debía aceptar lo que la ley decidiera.

— ¿Qué ha pasado?— le preguntó a su madre.

Jisoo clavó su mirada más allá del menor. El chico miró en la misma dirección, encontrándose con él.

— Te vienes conmigo— contestó Minho.

El rostro del chico se volvió pálido al escucharlo. Se giró hacia su madre esperando que dijera algo, pero ella solo bajó la mirada.

— Lo siento, Seung, he perdido el juicio.

El chico estuvo a punto de empezar a llorar al escuchar aquello. Abrazó a su madre y ella no tardó en corresponderle.

— Vamos, Seungmin— lo llamó Minho.

Al ver que el chico no tenía intenciones de acompañarlo, lo agarró del brazo y lo llevó hacia su coche.

— ¿Ya estás otra vez llorando?

Seungmin limpió sus lágrimas con el dorso de su mano.

— Ignórame, por favor— le pidió abriendo la puerta del coche—. Ignórame mientras vivamos juntos.

— ¿Crees que he empleado todos mis medios para conseguir tu custodia para ahora ignorarte?— Seungmin se giró hacia el mayor, escandalizado por sus palabras.

— Tú...

— Compré al juez— reconoció Minho. Aunque ladeó ligeramente la cabeza, componiendo una mueca en su rostro—, en realidad, no lo compré. Él es uno de mis mejores amigos y me hizo el favor.

— ¡Eres un maldito cabrón!— gritó Seungmin, dispuesto a golpearlo, pero Minho agarró sus muñecas y acercó su rostro al del menor.

— Ni se te ocurra montarme un numerito aquí— le advirtió entre dientes.

Seungmin sollozó y bajó la mirada, relajó sus brazos y cuando Minho lo soltó entró al coche. El mayor cerró la puerta de un portazo y rodeó el coche para subir a él.

Seungmin apoyó la cabeza en el cristal, sabía que aquello iba a ser duro.

Seungmin apoyó la cabeza en el cristal, sabía que aquello iba a ser duro

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