Especial Stefan

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-Tu madre te abandonó.

-¿Tienes dos padres? Ja, ¡raro!

-No me extrañaría que creezcas torcido teniendo ese ejemplo en tu casa.

Así fue la niñez de un niño que era acosado por sus demás compañeros de instituto, por las personas que consideraba amigos, por todos los hipócritas que formaban el círculo social en el que su familia se incluía. Así fue mi infancia, los homófobos nunca faltaron.

Cuando tenía apenas cinco años mi madre se enteró del "secreto" que mi padre siempre trató de ocultar.

-¿Llevamos seis años casados y ahora es qué me doy cuenta de que eres gay y que desde el principio estuviste engañándome?-los gritos de mamá se escuchaban. Ella había llegado furiosa buscando a papá y ni siquiera me miró a los ojos, o pudo darme un beso-.

Otra vez no puedo ver mi serie favorita.

Me paro arrastrando de la mano mi oso de Winnie Pooh y me planto en el pie de las escaleras.

-¡No grites qué el niño nos escucha!

-Ese niño me importa lo mismo que tus disculpas en este momento.

-¿Cómo puedes decir eso de tu propio hijo?

-¿Hijo? Ese mocoso a cumplido el mismo papel que yo, ¿cierto?-hubo un breve silencio-.

-Deja de decir estupideces.

-¡No son estupideces, Guido, admite que somos la excusa perfecta para mantener contenta a tu familia!

Antes de darme cuenta me encontraba en el segundo piso frente a la puerta del cuarto de mis padres.

-¿No lo niegas?-mamá ríe y se escuchan un ruidos del otro lado-.

-¿Qué haces?-pregunta papá-.

Entro en el cuarto. Estoy asustado por sus gritos. ¿Por qué ya no es cómo antes? Ahora cada tarde sus voces se oyen por toda la casa.

-Mamá, ¿nos vamos de viaje?-digo una vez adentro al ver las maletas encima de la cama ya con ropa dentro-.

-Stef, ¿cuánto tiempo llevas ahí?-cuestiona papá y se acerca a mí -.

No le respondo y sigo mirando los movimientos rápidos de mamá que saca la ropa del armario.

-Dile sobre tu amante-dice en un tono más calmado-.

¿Amante?

-Papá, ¿qué es amate?

-No es nada. Ve abajo con Rosi y dile que te preparé algo de comer, yo enseguida voy contigo-pasa su mano por mi cabello con su característica sonrisa, la misma que trae antes de darme el beso de buenas noches y decirme que no le tenga miedo a los fantasmas del baúl-.

-Mientes hasta en estos momentos, eres increíble.

-Clara, ¡ya basta!-alza la voz-.

-Tu sigue con teatro, yo me largo-cierra la maleta y sale con ella de la habitación. Ya la persigo y le agarro un pedazo de tela del vestido-.

-Mamá, espera-pedí con la vista borrosa de las lágrimas que comenzaban a formarse-.

-Aparta mocoso-me empuja y caigo al suelo ya con varias gotas en mis mejillas-.

A crane for you ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora