Capítulo XIX: Preludio

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El verano dio paso al otoño. Y la estación, colmada por el sonido del viento en las ramas de los árboles, la caída de las hojas, la alternancia de cielos grises y despejados, así como de las interminables tareas de escuela, abrió camino al invierno; gélido y blanco, aburrido y opaco.

Luciendo un abrigo de tono beige, una bufanda roja alrededor del cuello y con las manos refugiadas en los bolsillos de sus pantalones, Chuuya camino por el largo pasillo del segundo piso del instituto, buscando entre los rostros a la vista, la mirada chocolate de cierto castaño. 

Inesperadamente su última clase del día había terminado diez minutos antes, y aprovechando ese pequeño pero significativo lapso de tiempo, se dio a la tarea de buscar a Dazai hasta su clase, sin embargo, para la ruina de sus planes, el aula se encontraba totalmente vacía.

Sorprendido sacó el teléfono de su bolso, dispuesto a enviarle un mensaje al muchacho, no obstante, la presencia de una voz femenina en el aire lo detuvo en su acción.

— ¿Buscabas a Dazai-kun? — preguntó amable una chica; de gafas, estatura baja y melena castaña hasta los hombros.

— ¡Hola! — la miró sorprendido un segundo —. Es así, ¿sabes dónde puedo encontrarlo?

— En el auditorio, soy Alcott, del taller de teatro — contesto amable la muchacha —. Dazai-kun nos está ayudando a montar la escenografía. Bueno, él y el resto de la clase —, se explicó con una sonrisa.

— Oh... ¿crees que se desocupe pronto?

— Sí, si quieres puedo acompañarte hasta ahí, sólo vine por algo que olvidé.

— Te lo agradecería mucho — acepto de buena gana el pelirrojo.

— ¡Perfecto! Solo dame unos segundos —. Apresurando sus pasos, la muchacha entro al aula y tomo una bolsa negra ubicada al fondo de la clase. Viajo su vista por el lugar para asegurarse de que no olvidaba nada esta vez, y volvió nuevamente su andar hacia el pelirrojo.

— Déjame ayudarte con esto — se ofreció Chuuya, retirando con suavidad la bolsa plástica de las manos de Alcott. Empezando a andar.

— No era necesario — le sonrió agradecida la muchacha.

— No es nada — le restó importancia Chuuya, encogiéndose de hombros —. ¿Así que el taller de teatro? ¿es para la obra de navidad?

— Sí, será el fin de semana antes de las vacaciones de invierno. Estás totalmente invitado.

— Bien, supongo que puedo pasarme ese día por aquí —, hablo totalmente en serio Chuuya, pensando en la posibilidad de asistir junto al castaño.

— Eso sería genial...Nakahara-kun ¿cierto?

— Sí, lo siento, olvide presentarme — la miro apenado el chico —. Nakahara Chuuya, un placer.

— No hay problema. En realidad...— desvió su mirada tímida — por tus notas sabía quién eras, sueles estar entre los primeros lugares de tercero. Además — pareció meditarlo un instante —siempre estas con Dazai-kun, y es extraño...

— ¿Extraño? ¿A caso Dazai es una especie de rarito del salón? — indago Chuuya.

— Todo lo contrario — reparo de inmediato Alcott —, es bastante sociable, pero al mismo tiempo distante e inaccesible. Desde que sus amigos se graduaron siempre andaba solo, por eso nos sorprendimos en la clase cuando los empezamos a ver juntos. Son bastante cercanos ¿cierto? Siempre almuerzan juntos.

— Ah...sí — admitió ligeramente nervioso Chuuya —, somos buenos amigos.

— Me alegra oír eso — agrego cortes Alcott, cruzando el pasillo junto a Chuuya para llegar al auditorio —. ¿Puedo preguntarte algo?

Zurcir [Soukoku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora