Estrategia 18.

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Día 35

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Día 35.

Un hermoso día a primeras horas de la mañana. Pocas nubes que acompañaban a unos rayos de sol que te entibian la piel después de una brisa fugaz. Nadie pensaría que un día así podría estropearse. 

— ¡BAJIIIIIIII!  En cuanto Chifuyu diviso a su mejor amigo a lo lejos, no dudo en correr hacia él con los brazos extendidos, sin darle importancia a que su bufanda se cayó, esperando ser agarrado en el impacto, pero nunca sucedió. Baji se había hecho a un lado para que pasara de largo y terminara chocando cara a cara con Kazutora. — ¿Por qué no me atrapaste?...Estaba adolorido, a pesar de haber caído sobre contra su rival. 

— ¿Querías que terminara como Kazutora?  Baji alzó una de sus cejas con una sonrisa llena de satisfacción por verlo gimotear en el piso. Aun tenía mucho rencor guardado que no se iría durante mucho tiempo.— ¿Por qué el entusiasmo? 

— Cierto.Se levantó del suelo sacudiendo sus ropas, sin prestarle la mínima atención a su víctima accidental. Ni siquiera una disculpa.— Ayer leí algo muy cool, y sinceramente, creo que si con esto no cae enamorada, nada lo hará. 

— ¿De vida o muerte?, me gusta.Su líder había hecho acto de presencia abalanzándose sobre la espalda de Baji en cuanto llegó. Había visto el tropezón de antes, y a él también de dieron ganas de jugar. Seguido de los demás que no titubearon en lanzarse al igual que Mikey, tumbando en el piso al que hace poco reía. Kazutora había tenido justicia.— ¿Te ayudo? 

— No... no quiero que me odie, gracias. Le costaba respirar, pero intentaba todo a su alcance para sacárselos de encima. Él mejor que nadie sabía que no podía confiar en Mikey para nada romántico. Mejor dicho, para nada que no involucre peleas. — Salgan de encima antes de que me vea ella, hijos de perra. 

— Si dices eso, es tentador esperar a que aparezca. Draken estaba sentado encima de todos como un Rey. No tenía intenciones de moverse, después de haber caminado más de la cuenta ese día por culpa de cierto rubio perezoso. — Además, ¿no crees que sería bueno? 

— No, claro que no, maldito calvo. Baji estaba perdiendo el aliento. Eran demasiado Kilos sobre su estómago y su pelvis ya dolía contra el piso. — ¿Por qué sería bueno algo así?, solo quítense. 

— Ya sabes, ella podría defenderte... aunque no sé que te dolería más, si los intestinos o el orgullo.—  Mitsuya se sentía como una hamburguesa en medio de todos, ni siquiera quería imaginarse como se encontraba Baji.— ¿De qué hablamos? 

— Ah, sí. Chifuyu se sentó enfrente de la cara de Baji deseando que lo escuchara. Pero, para ese punto, ya comenzaba a sentir las extremidades dormidas.— Rescátala. 

¡Esfuérzate, Baji!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora