[19]

2.4K 335 50
                                    

—Tzu, abrázame —exigió la japonesa con voz autoritaria, y la alfa en modo automático la rodeó con sus brazos, dejando que ambas estuvieran aun más pegadas.

La imagen era comprometedora, Sana mantenía sus piernas a cada lado de las caderas de Tzuyu en cuanto su torso entero estaba recostado sobre el pecho de la alfa, al igual que su cabeza, que estaba muy cerca de hundirse en el hueco de su cuello, su respiración se sentía caliente justo allí, causándole cosquilleos a su esposa, que luchaba por mantener sus manos solo sobre su espalda, dando suaves caricias que la omega parecía amar, delicados toques lejos de una connotación sexual, porque eso no era lo que Sana estaba buscando.

A solo días de que el celo de su esposa se manifestara con todo su esplendor se encontraban en una fase que la alfa decidió nombrar como "pre-celo", porque siempre sucedía, no tenía idea de si otros omegas pasaban por lo mismo, pero Sana definitivamente sí. Eran días donde sólo quería ser mimada, que la trataran de forma suave y con delicadeza, entonces Tzuyu no podía negarse a ello, porque aunque muchas veces se quejara, ella adoraba ser participe de esta fase, llenarla de pequeños besos y caricias, atender sus tontos berrinches y satisfacer sus caprichos.

—¿Estás cómoda? —preguntó la alfa, esperando que dijera que no, porque ella definitivamente no lo estaba.

Amaba mimarla, sí, pero esa no era la posición correcta, las cosas podían salirse de control y no necesitaba a Sana enojada, unos meses atrás cometió el error de pensar que la omega querría llevar las cosas más lejos, pero estaba tan equivocada... terminó con su esposa llorando, diciéndole que era una insensible por solo pensar en ella como un objeto de placer y no como a una esposa a la cual consentir; desde allí supo que ella sólo quería sentirse amada en esos días previos, no deseada como cuando estaba en pleno celo.

—Sip —respondió bastante segura, sin pensarlo dos veces—. ¿Quién dijo que pararas con las caricias?

La alfa rodó los ojos pero no replicó, continuando con las caricias del inicio de su espalda a la espalda baja, todavía no tenía permitido ir más abajo, la respuesta de Sana fue inmediata, suspirando complacida, tanto que sus feromonas comenzaron a llenar la habitación con su dulce aroma, relajando a su vez a Tzuyu, su parte alfa se rendía totalmente ante el aroma de su omega, por lo tanto era una acción que les agradaba a las dos.

Todo parecía ir bien, estaban acurrucadas proporcionándose calor mutuamente y dándose cursis muestras de afecto, pero cuando de la nada el pecho de Sana comenzó a subir y bajar con rápidez y también empezó a sorber su nariz con bastante continuidad, Tzuyu entendió que las hormonas alteradas de su esposa comenzarían actuar.

—¿Ahora que sucedió? —farfulló con amabilidad, buscando el rostro de su esposa, pasando de acarciar su espalda  a acariciar sus suaves cabellos.

Su omega hipó, dejándole ver su rostro con rosadas mejillas y nariz, Dios era tan adorable, pero no era momento de pensar eso, la chica estaba pasando por una loca lucha hormonal.

—Es que e-eres muy bonita —gimoteó como si de un gran problema se tratase.

Tzuyu no sabía si reírse o tomarla en serio, pero al notar algunas lágrimas descender de sus cristalizados ojos supo que las hormonas no estaban de juego.

Les gustaba mucho jugar con la psicóloga de su esposa ¿verdad?

—Lo sé ¿Pero que sucede con eso? —insistió la alfa.

Sana la miró con seriedad, como si estuviera haciendo una pregunta totalmente estúpida que no merecía respuesta.

—Que todos lo notan —siguió comentando entre hipidos —. Como la tonta del supermercado, querrán arrancarte de mis brazos.

¿Su esposa de verdad estaba llorando por eso? Rió bajito tratando de no ser escuchada por la japonesa, a partir de ahora los días antes del celo serían sus favoritos.

Si tan solo ella supiera que no tenía ojos para nadie más, ni los tendría nunca porque jamás vería a alguien como la veía a ella, como la omega a la que amaba, la mamá de su bebé y su amante eterna, no había manera de que alguien la arrancara de sus brazos.

—Me recuerda a cuando estabas embarazada —murmuró, guiando sus labios hasta la frente despejada de la otra para dejar un dulce besito sobre esta, pero Sana contestó con un sollozo, alarmándola un poco—. Cariño no pasa nada, nadie va llevarme de tus brazos.

La chica asintió enterrando su nariz en en el cuello de la alfa, llenándose con su aroma y con efectos calmantes, sus brazos se movieron hasta el cuello de la contraria para abrazarlo, Tzuyu no podía decir que la posición era cómoda, pero le gustaba tanto tenerla así, no eran muy seguidos los momentos que tenían para estar encima de la otra como ahora, de disfrutar plenamente de la otra en plan amoroso.

—¿Y yo soy bonita? —inquirió con su voz siendo amortiguada por la piel del cuello de la alfa.

—Te llevas un perfecto segundo lugar —bromeó Tzuyu.

Sana levantó su cabeza para mirarla con seriedad nuevamente, Tzuyu no aguantó soltando una de sus risas, y con uno de sus dedos dio un toque en su nariz roja por el llanto innecesario.

—Eres la más preciosa —finalmente comentó, reemplazado el semblante serio de su omega por una radiante sonrisa, porque era lo que realmente quería oír.

La omega se acercó lentamente a su rostro, con toda la intención de unir sus labios con los de la alfa, juntándose como siempre solían hacerlo, no tardaron en moverse en sintonía, las manos de Tzuyu no tardaron en moverse hacia su cintura, apretando justo allí, sin dejar de buscar más y más en los labios de su amada, el jadeo complacido de Sana le dio pase libre para tomarla con más fuerza, recostarla sobre el colchón de su cama y siendo esta vez ella la que ocupara la posición arriba de la pequeña omega.

Sus labios pasaron de su boca hacia su mentón, y subieron hacia sus mejillas, nariz y párpados, no haría nada que la otra no quisiera, pero las manos de la omega paseándose por su espalda le daban otra señal.

Pero nunca nada fue tan fácil para una pareja con una bebé, porque en ese precioso instante el sollozo de su cachorrita llegó hasta sus oídos, siendo como una alarma que las obligaba a separarse.

—Mi bebé —dijo de repente la omega, empujando a su esposa lejos de ella, botándola para que su espalda tocara también el suave colchón.

Tzuyu se quejó en voz alta, inconforme con tener que despegarse de la omega.

—Déjala llorar —pidió entre falsos sollozos que no fueron escuchados, pues Sana ya se había levantado yendo al rescate de su bebé.

La alfa se preguntaba, ¿a caso su hija odiaba que estuviera totalmente feliz encima de su esposa? Porque podía jurar que así era.

Poco después Sana entró con la cachorra en brazos, a penas podía abrir sus lindos ojitos, pero podía notar el regocijo que la situación le causaba en su adorable sonrisa de cuatro pequeñísimos dientes de leche.

"Uhm, aquí huele como a diversión arruinada"

baby thoughts. | satzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora