⛓ 𝐓 𝐑 𝐄 𝐒

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El embriagador aroma de café llenó el pequeño apartamento con un olor que Seungmin supo que recordaría dentro de cien años

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El embriagador aroma de café llenó el pequeño apartamento con un olor que Seungmin supo que recordaría dentro de cien años. Hyunjin se movía por la pequeña cocina en silencio, sacando platos y cubiertos de una y otra alacena. La pequeña nevera que estaba arrinconada en una esquina entre la encimera y la despensa se abrió con un tirón de la mano de Hyunjin. Sacó unas cuantas naranjas, algunas uvas y fresas de una bandeja de fruta y las acomodó en un plato de porcelana, que posicionó en la mesa estrecha en la que Seungmin se sentaba. Lo que parecía pan dulce vino a continuación, junto con un pequeño plato de mantequilla.

Seungmin extendió la mano para robar una de las rodajas de fresas de la mesa. Con un movimiento más rápido de lo que Seungmin creía posible Hyunjin le dio una palmada en la mano extendida.

—Espera al café —amonestó. Luego conectó una especie de freidora de tamaño individual y comenzó a calentar el aceite. Parecía que la ira anterior de Hyunjin se había evaporado y Seungmin no sabía si debía confiar en esta atmósfera relajada recién descubierta.

—Ha pasado un tiempo desde que he tenido un invitado para desayunar —admitió Hyunjin—. ¿Quieres un vaso de agua mientras esperas? —Sus modales eran tan impecables que contrastaban con su aspecto de estrella de rock, lo cual intrigaba a Seungmin.

—Eso sería genial. Gracias. —Se encontró respondiendo con el mismo tono amable que Hyunjin utilizó.

Había pensado en aparecer con su atuendo de grupi con un collar como un recordatorio de su nueva condición de "esclavo" con el fin de seducir a Hyunjin y tratar de convencerlo que los beneficios de estar con un demonio del sexo superaban con creces el pequeño asunto de perder su alma. Que nunca se diga que Seungmin no hacía todo lo posible para asegurarse de que sus clientes estuvieran muy satisfechos.

Esta cortesía era algo a lo que no estaba acostumbrado. Había esperado caer en la cama y pasar el resto del día acostado de espalda. Tener a Hyunjin cocinando para él, tratándolo como un invitado, lo confundía. Honestamente no sabía qué hacer con toda la situación.

Observó con fascinación como Hyunjin improvisó una comida con beignets y fruta fresca. El café fue servido en dos tazas disparejas, cada una con un diferente logotipo de club estampado y una fue colocada delante del demonio. La creación de azúcar en polvo olía delicioso. Su boca se hizo agua mientras la combinación de olores le hacía cosquillas en la nariz. Todas las tentaciones en el infierno no podían compararse con la sencilla emoción oral que la comida de Hyunjin prometía.

—¿Alguna vez probaste beignets? —Hyunjin le preguntó sentado frente a Seungmin en la mesa. Negó con la cabeza y Hyunjin lo recompensó con una sonrisa—. Bueno. Entonces no vas a estar comparándolos con los del Café du Monde. Todo lo demás es de segunda categoría en el mejor de los casos. —Hizo una pausa y luego continuó. —Así que antes de que entre en una crisis sobre todo el asunto de "mi alma pertenece al Diablo", ¿te importaría explicar la situación en términos que pueda entender?

INCUBUS ;hyunminWhere stories live. Discover now