2 Compartiendo secretos

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—Nau, por fin llegas. Llevo siglos esperando, hace mucho calor.—Rubén tira la colilla y la aplasta, para encaminarse a una terraza cercana.—Vamos a tomarnos algo allí.

—Espera, sé que me vas a bombardear a preguntas.—Rubén se detiene, al ver a su amigo tan nervioso—Prefiero ir a algún lugar más privado.

—Joder, de acuerdo. Ponte el casco, vamos en la moto.

—¿Dónde vamos?

—A mi trabajo. A mí jefe no le molesta y allí ahora no hay clientes. Dentro podremos hablar tranquilos.

Rubén se amarra el pelo en una coleta, para evitar que le moleste a Nau. Lleva un vaquero negro ajustado, una camiseta de AC/DC y unas sencillas sandalias de playa. Tras él, se sube Nauzet que va con un pantalón de chándal gris claro y una camiseta azul sin nada más. También usa las sandalias de playa y solo espera que no se le vaya una volando, mientras su amigo va a toda velocidad en la NRG negra, que tiene desde hace varios años.

—¡Jefe!—grita Rubén. Entrando por la puerta de atrás, del restaurante italiano donde trabaja.

—¿Qué haces aquí tan temprano? Tu turno es en dos horas.

—Lo sé, pero mi amigo y yo necesitamos un sitio íntimo para hablar. ¿Puedo pillar dos refrescos y sentarnos en aquella esquina?

—Claro. Hola Nau, yo estoy en la cocina pensando un nuevo menú para el verano. No hay nadie más, pueden hablar tranquilos.

—Muchas gracias—Nauzet sonrío al amable hombre, siempre se portaba muy bien con Rubén y con él, aunque no fuera su empleado.

Mientras Rubén prepara las bebidas, Nauzet se sienta a la mesa y trata de poner en claro sus ideas, para hablar con su mejor amigo. Es consciente de lo preocupado que está, lleva varias semanas tratando de que hablen y Nauzet le pidió tiempo, sigue sin estar preparado, pero no quiere crearle más problemas a su amigo, así que debe ser sincero.

—Aquí tienes la bebida.—Rubén se sienta frente a él y le mira impaciente. —Habla, llevo esperando mucho tiempo. Dime ya si tengo que partirle la cara a Ayoze, ¿te está haciendo bullyng?

—No me importaría que le reventaras la cara.—Se le escapó una fuerte carcajada, con lo nervioso que está, no pensaba que pudiera reírse.—Me está molestando, pero no es bullyng. Es una larga historia.

—Cuéntame, tengo tiempo de sobra.

—Me da miedo que te de asco, o termines odiándome, que no quieras ser nunca más mi amigo.—Rubén se sorprendió con la cara tan triste que tenía su amigo.

—¿Quieres que te cuente algo mío? También es muy fuerte y podría darte asco a ti. 

—¿Harías eso?—Preguntó esperanzado.

—Ahora mismo te cuento. Nunca podrás contar nada a nadie. Si oigo el más mínimo rumor, sabré que viene de ti. Así que mira que confío en ti, que pongo en tus manos el prestigio de otra persona.

—De acuerdo, ahora estoy muy interesado y asustados.—Rubén se puso serio y comenzó a explicarle algo que sucedió varios meses atrás. 


Era de noche, aún le quedaba tiempo para terminar su turno de trabajo y poder regresar a su casa. Entraba y salía del restaurante llevando los distintos pedidos a los clientes. Una vez regresaba al restaurante metía loza en el lavavajillas y recogía la limpia. En eso  se produjo una llamada con un gran pedido. Eran cuatro bolsas de comida a una misma vivienda. No solían pedir tanto y eran pesadas. Rubén guardo todo y tras subirse a la moto fue a la dirección indicada. 

La lujuria lo invade todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora