4 Te Cuento como paso

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Son cerca de las ocho de la mañana y un agotado Nauzet, sube a duras penas, las escaleras que van a su clase. Teniendo cuidado con no ser golpeado por algún estudiante que corre por los alrededores, lentamente se dirige a su clase.

—Buenos días Nau. ¿Por qué vas tan cargado?

—Buenos días Rubén. El señorito Ayo, necesita que pase con él toda la semana, sus padres están de viaje.—Rubén le quita la pesada mochila, llena de cosas que necesitará durante la semana y lo observa preocupado.

—Esperemos que se apiade de ti, caminas como un pato. Supongo que tuviste un finde intenso, dile que se lo tome con calma.

En eso se cruzaron con Rogelio. Los ojos de Nauzet se agrandaron, al ver el estado lamentable de su profesor. Camina hasta peor que él y se percibe algún chupetón, por debajo del cuello de la camisa. Rogelio  se sonroja y hace un leve gesto de saludo y mira al suelo. Nauzet observa a su amigo y ve el brillo lujurioso en su mirada.

—Espero que te apiades de tu no novio, porque su estado es aún más lamentable que el mío.

—Él se lo buscó, de todas formas, te aseguro que estaba muy satisfecho. Siéntate con cuidado.

—En vez de preocuparte por mí. Ve con Rogelio, creo que necesita ayuda con las fotocopias y sus cosas. Sus molestias las causaste tú, las mías vienen de otro capullo.

—De acuerdo, voy a cuidar de mi gatito. Ahora vengo.—Al levantarse de su silla, es compañero de pupitre de Nauzet, se encontró con Ayoze y éste se sentó en la silla vacía.—Buenos días Ayo, no te acomodes que ya vengo.

—Tu amigo es muy protector, ahora me mira peor que antes.—Ayoze extiende la mano y la pasa por la cadera del chico.—¿Cómo te encuentras?

—Hecho una autentica mierda. Ayer cuando regresé a casa mi madre me regañó, por el mal aspecto que tengo. Por cierto, me costó mucho que me permitan pasar la semana en tu casa. Así que mi culo no lo puedes ni mirar.—Nauzet susurraba indignado al chico, pero solo le miraba divertido.

—Ningún problema, pasaremos el tiempo mejorando en hacer buenas mamadas, besarnos y acariciarnos mejor.

—¿Solo piensas en el sexo? Joder.

—No seas falso.—Con descaro toca la entrepierna de Nauzet.—Ya estás duro y solo estábamos hablando.

—Vete a tu puto sitio y deja de molestarme ya. Nos conocemos desde pequeños y nunca habías estado tan pegado a mí.

—Eso es porque, hasta hace poco, no tenía ni idea de que fueras tan suculento. Pensaba que eras un gilipollas sin gracia. —Se aproxima un poco más a su victima y lame suavemente su oreja, disfrutando del estremecimiento que le causa y sigue susurrando.—Soy adicto a tu cuerpo y al placer que obtengo de ti. Nos vemos luego.


Rubén corre a la sala de profesores, justo en ese momento sale una profesora y se queda dentro Rogelio, ocupado y de espaldas a él, parece estar ordenando algunas cosas. Lo más silencioso que puede, cierra la puerta tras de sí y la tranca. Se acerca al ocupado hombre y le da un suave beso en la mejilla.

—¡Qué susto! ¿Qué haces aquí?—Mira al rededor y se tranquiliza al ver la puerta cerrada y ellos solos.

—Vine a ayudarle. Pensé al verlo, que tuvo un sábado muy entretenido, no camina muy bien. Así que como buen alumno, le quiero ayudar.

—Deje que le informe que estoy muy, pero que muy dolorido. No esperaba menos después de la magnifica noche, que me hizo pasar un íntimo amigo mío.—Se pone de puntillas y le da un suave pico.—Me gusta morir de dolor, después de todo lo que gocé.

La lujuria lo invade todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora