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Acto I: El Dilema de la sombra


Capítulo II: Prejuicios


"Solo las personas capaces de amar intensamente pueden sufrir un gran dolor, pero esta misma necesidad de amar sirve para contrarrestar sus duelos y las cura."


Un joven de piel nívea, en un tono que podía rivalizar con la propia nieve que cubría el suelo, se encontraba de rodillas recibiendo un castigo, que hizo que esa misma nieve que le rodeaba y entumecía sus ya desgastadas rodillas, se pintara en un rojo intenso a causa de la sangre que salía de sus heridas recién hechas.

El cuarto latigazo llego sin sentimiento, insípido como los demás, el dolor inicial solo era un fantasma del pasado, las túnicas que apenas le cubrían el torso y ahora hechos girones un daño colateral que importaba menos que lo todo lo demás.

El joven no desfalleció, a pesar del dolor que se obligaba a ignorar, se mantuvo firme y cuestiono los preceptos con los que creció con imparcial critica, no era otro que él, alguna vez respetable Hanguang-jun, del que solo quedaba el recuerdo de quien fue un estudiante notable con un futuro brillante, un cultivador honorable y sobresaliente de su generación, el mismo que fue el orgullo de Lan QiRen la imagen que ponía de ejemplo a sus alumnos sobre lo que un caballero debía ser, ese mismo que cayó preso del encanto de un rebelde, catalogado como un hereje para el camino que seguían, pero para Lan WangJi el castigo era un precio que pagaría una y otra vez por ver a Wei Wuxian a salvo.

Una lástima que ese torbellino, ese loto desvergonzado y de sonrisa veraniega ya no viera llegar más amaneceres y los últimos momentos de su vida se convirtieran en un lento crepúsculo que al final lo envolvió en una noche eterna, Wei Wuxian se convirtió en un recuerdo de añoranza para él, pero para los demás solo era un claro ejemplo de la encarnación de la maldad en el ser humano y un alma corrompida por el egoísmo.

Lan WangJi recibió su castigo, pero lo que lo derrumbo fue saber que eso no había servido de nada.

Las heridas en su espalda eran un chiste a comparación de la desolación y el vacío que ese niño dejo en su vida en su corazón, que sin importarle que su cuerpo estuviese destruido, arrastro sus extremidades al límite hasta los túmulos funerarios, para encontrar más que oscuridad y cenizas.

No quedaba nada de Wei Wuxian y su corazón se marchito, la sequía se propago cual pólvora y cualquier rastro de color se perdió, cayó en un abismo que lo mato en vida, un mundo sin Wei Wuxian y la brillantez de su alma incomprendida, era el verdadero castigo, mucho más lacerante que los treinta y tres latigazos que recibió al agredir a los ancianos de su clan.

Volvió a Gusu al borde de morir desangrado, aun cuando los sanadores actuaron lo suficiente rápido, no evito que deambulara entre los dos planos, mientras la fiebre se enroscaba en su cuerpo, cual serpiente inyectándole su veneno.

Paso un mes para que Lan WangJi se recuperara y otros tres para poder sentarse sin sentir que la piel se desgarraba y sus músculos se partían en dos con el más mínimo movimiento.

A los seis meses pudo levantarse y solo hasta ese momento accedió a ver a su hermano, quien era el único que insistía en verlo, ya que su tío estaba tan decepcionado de su actuar que prefería hacer como si no existiera y verlo era lo último que haría, algo que a Lan WangJi le importo menos, el compartía el sentimiento, tampoco se sentía con la fortaleza necesaria para tolerar su perorata, que tenía bastante memorizada y escucharlo de nuevo, no le haría cambiar de parecer.

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⏰ Last updated: Jan 16, 2022 ⏰

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La Futilidad de Poseer un Alma en un Cuerpo lleno de SombrasWhere stories live. Discover now