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Louis se mantuvo de pie allí.

El silencio reinaba dentro de la casa en Londres. Las cortinas granate cubrían las ventanas, protegiendo el exterior de los corazones rotos que se filtraban al suelo como vino.

El hombre miró hacia arriba muy lentamente, la marca roja de una mano en su mejilla. Valeria estaba de pie junto a la entrada de la sala de estar, con los ojos oscurecidos más allá de lo creíble, los latidos de su corazón se escuchaban a kilómetros. Se acercó al ojiazul con los puños apretados.

Valeria: - Un hombre, ¿has estado haciendo éstas cosas con un hombre? - dijo, suave, hirviendo de rabia. Tomlinson se quedó callado. La mujer tomó su bolso y se lo tiró encima, el estuche de cuero duro golpeándolo en el pecho. Louis dio un paso atrás. - ¡Un hombre! - gritó. - ¿Qué pasa contigo? ¿Qué tan jodidamente bajo tienes que caer?

El silencio del mayor emergía como una señal de su actitud indiferente, al menos para ella. Entonces la mujer sonrió, perversa.

Valeria: - Todo esto es una broma para ti, ¿no es así? No, ¿por qué? ¿Por qué te importaría? ¡Justo cuando tu esposa está preocupada porque su madre está enferma! - gritó, temblando de rabia. - Dime. ¿Lo metiste a nuestro dormitorio, a nuestra... nuestra casa antes?

Louis: - Sí - dijo en voz baja, mirando hacia abajo. La mujer se quedó quieta ante la repentina respuesta. Tragó saliva.

Valeria: - ¿Cómo- c-cuántas veces...

Louis: - Desde hace un mes o más - respondió, jugando con su anillo de bodas. - En nuestra cama también - dijo, finalmente mirándola. Él sonrió, gradualmente. - Me lo cogí todos los días mientras no estabas, Valeria.

Valeria: - ¿Qué... - comenzó a decir ella, con los ojos muy abiertos. - ¿Qué sucede contigo?-dijo, con voz temblorosa. El hombre aún estaba sonriendo.

Louis: - Suenas preocupada.

Valeria: - Estás loco. Eso es... eso es lo que eres. Nuestro acuerdo fue decirnos cuando hiciéramos algo con otra persona. Y- y se supone que no debes hacerlo con hombres...

Louis: - ¿Por qué no? - preguntó, apoyándose en la mesa del bar.

Valeria: - ¡Porque- porque está mal, Louis! ¡Por eso! - lloró. El nombrado se rió entre dientes, mirando a otro lado.

Louis: - Supongo que no sabía eso - dijo mirando a su alrededor sin hacer nada. Sin pensar. Ella no pudo soportarlo. Se acercó a él y lo abofeteó una vez más, con fuerza. El hombre se llevó las manos a la mejilla, clavándose las uñas y mirando hacia abajo.

Valeria: - Deja de comportarte como-como si esto no importara. ¡E-es importante! No lo tienes permitido... - comenzó a decir con brusquedad, pero él la agarró de la muñeca con una mano firme antes de que pudiera hacer algo de nuevo. El ojiazul la miró con los ojos llenos de ira.

Louis: - ¿No lo tengo permitido? - gruñó en voz baja. - Mientras tú follas y follas y follas a cada hombre que se acerca a ti, ¿hm? ¿No lo tengo permitido? - la mujer lo miró con los ojos muy abiertos. - ¿Por qué volviste, Valeria? ¿Por qué? - preguntó con rigidez.

Ella lo miró. Hizo una pausa por un segundo pero habló rápidamente.

Valeria: - Mi madre empeoró. Yo vine a hablar con, con el director de la escuela para decirle que estaré fuera más tiempo. Vine a traer más cosas para llevarme, y... - comenzó a decir, mirando hacia abajo. - Solo quería ver si estabas bien antes de regresar.

Louis: - Estoy bien - dijo, dándose la vuelta. Se acercó a la mesa del bar con lentitud, sus pies golpeando el suelo de madera, el silencio dominante como un símbolo de su inestabilidad. El hombre levantó un frasco de whisky, abrió la tapa y lo vertió en un vaso vacío, más de lo habitual. - Viniste a ver si estaba bien... - se rió entre dientes, dándose la vuelta, con un vaso de whisky en la mano. - Como si alguna vez te hubieras preocupado por mí.

I want to love you ; 𝗹𝗮𝗿𝗿𝘆Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum