La joven esperaba con ansias el pasar de las horas, feliz y animada, intentaba encontrar la mejor ropa que pudiese haber en aquel lugar. Era increíble, en tan poco tiempo se había enamorado... ¡Y sus sentimientos correspondidos! Que dicha era la que llevaba.
Lo que no sabía era que detrás de aquella fantasía se ocultaba un cruel destino.
一¡Jay! - El nombrado se dio la vuelta sonriente de ver a su hermana - Hoy las chicas irán a la superficie a pasar el rato. ¿Puedo ir?
Dudando y debatiendo internamente, el chico no perdió su sonrisa después de escuchar la petición de la joven. Las personas de las que se rodeaban no eran las que a el le gustarían, pero no podía entrometerse. Después de todo no era su vida.
一¿Y bien? - Apresuró - ¿Puedo?
Finalmente sus facciones demostraron su duda, ganando un bufido de su hermana.
一Vamos Jay... Sabes que papá y mamá siempre te apoyan... Si dices que si ellos también - Alegó la menor.
Cediendo a su petición, el chico finalmente habló.
一Prometeme qué te cuidaras. Si sucede algo no te quedes a ayudar a nadie, simplemente corre a un lugar seguro, ¿Entendido? - Condicionó el muchacho.
Su hermana asintió repetidas veces.
Eso no sucedería. Estaría más que protegida con su acompañante.
一Entonces si, pero no llegues tan tarde, al menos a cenar.
Apenas había terminado cuando la chica ya había partido casi saltando de euforia. Se despidió de su hermano desde lejos antes de desaparecer por el lugar. El día había pasado, y rastros de la chica no se habían notado. Se había esfumado, desaparecido. Su familia se había preocupado, pero le darian tiempo para que finalmente llegara.
Después de acordar eso... El día se convirtió en noche. Los minutos de espera se convirtieron en horas, y la preocupación se transformó en miedo. Las tres personas buscaron y buscaron, llevándose una sorpresa de no encontrarse con nadie que supiera del rastro de Dayeon. La chica que buscaban.
一Tranquilo, amigo. Seguro la encontramos - Calmo un pelinegro a su amigo.
一Me gustaría tener la seguridad de encontrarla, Jun-ah. Pero mis expectativas no son tan altas - Contesto afligido.
一Bien, vamos. Yeonjun te agradezco por ayudarnos, sin ti nos volveríamos locos buscando a Dayeon - Apareció un adulto detrás de los jóvenes.
Después de subir a la superficie, sus caras se tornaron sombrías, oscuras.
Dos cuerpos putrefactos resplandecían frente a ellos. Dos personas que habían sido convertidas. Dos personas que habían encontrado la muerte.
一No... - Susurro Jay antes de que sus sollozos se volvieran más fuertes.
Yeonjun posó una mano en el hombro de su amigo, intentando actuar lo mejor que podía su rostro de sorpresa. Mientras tanto, el padre de los hermanos temblaba en silencio.
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一Entonces ¿Mi hermana esta por llegar? - Habló la pequeña mientras subían las escaleras.
Su conocido asintió regalandole una sonrisa.
一¡Que bien! - Una mueca de desagrado acompaño su expresión - Aunque ella me mintió. Dijo que volvería al otro día y ya han pasado unos cinco... La golpeare, te lo aseguro Yeon.
Pará ser pequeña, aquella chica era confianzuda. El mayor solo río por su comentario, preparandose para lo que vendría.
一¿Y bien? Nos quedamos aquí y esperamos... Es muy tarde, ademas, me esta volviendo el sueño- Pregunto algo impaciente, dando un bostezo.
一Si... Eres muy impaciente, niña - Hablo burlon.
Ganándose una pequeña patada de la fémina. Ambos rieron mientras llegaban al gimnasio. La niña se adelantó para poder admirar el lugar.
一¡Wah! La primera vez no había visto bien... Pero es muy grande, me recuerda a...
Su frase quedó en el aire antes de desvanecerse, siendo sostenida por su acompañante. El chico la sostuvo en sus brazos, mordiendo entre sus labios la inyección. Habia sido mucho más fácil de lo que pensó.
一Lo siento Lyn. Pero es necesario...
Lanzó al aire mientras llegaba a su destino.
Ambas chicas habían confiando en aquella persona. Esta las había sacrificado para asegurar su vida. No se habían conocido, jamás habían escuchado la una de la otra. Lo único que las unía era Yeonjun, aquel que se convirtió en su verdugo. Jamas llegarían a saber la una de la otra... Sin embargo compartían el mismo destino.
