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La falsa Alejandra notó el cómo era estudiada, a pesar de que su cabello ocultaba casi todo su rostro.

     Así que no esperó a que él abriera la boca para decir algo. Ella reaccionó inmediatamente actuando de la misma manera que cuando el menor de los Cavalier la "halló": retrocediendo, retrocediendo como si estuviera viendo a su peor, su peor pesadilla, y no a un atractivo hombre...

      Un atractivo hombre que era joven, de tan sólo unos tres, cuatro años de diferencia de edad entre ambos.

     Él era mayor que ella.

     Sin embargo, era demasiado joven.

    Demasiado joven.

    —¿Quién e-e-eres tú? —preguntó ella, y estaba temblando. Su pecho se elevó y cayó, repetidas veces, de manera constante, tal como si estuviera tratando con una dificultad para respirar debido a su pánico en ese momento.

     No había pánico, por supuesto, no había dificultad.

     Y, obviamente, sabía quién era él. ¿Quién demonios no sabía quién era él?

     —Esa es mi línea —dijo él, sin inmutarse ni un poco. Bebió de su, dedujo, café, y observó su muñeca, a su reloj momentáneamente antes de regresar sus ojos a ella—. ¿Quién eres tú?

    —Y-y-yo...

     Pero no terminó.

     Adrede tropezó y cayó.

     Adrede intensificó su falsa dificultad.

     Estaba jadeando ahora, emitiendo un sonido fuerte y agudo desde su garganta.

     Y fue justamente cuando una mujer apareció, proviniendo de la dirección que llevaba a la cocina. Esta última de baja estatura estaba toda alarmada agarrando firmemente una sartén, mientras lucía pálida y con los ojos bien abiertos, mirando alrededor, buscando una amenaza.

     Pero ella se relajó abruptamente cuando vio a Ethan; fue como si la presencia tranquila del hombre mantuviera todo en completo control.

     Como si con su presencia el peligro no fuera capaz de permanecer cerca.

     Casi se rió.

     Pobre cosita.

      La falsa Alejandra la reconoció por las fotos que se le fueron enseñadas antes de ser enviada a esta 'misión':

       Era una empleada.

      No la había visto ayer, porque era tarde en la noche.

      La verdad, es que...

      Se había olvidado de su existencia.

        —Señor —dijo ella, sorprendida, pero en otro idioma—, ¿por qué hay una vagabunda en su casa?

       La falsa Alejandra controló el impulso de fruncir el ceño. No podía delatar su entendimiento cuando vio al hombre entregar la taza de la bebida humeante a la mujer —quien la recibió con confusión— y comenzar a acercarse.

      —Señor Cavalier —fue casi una súplica de la empleada.

     Pero él no la escuchó. La falsa Alejandra, quien en algún momento "no había podido avanzar más debido a la pared", se estremeció visiblemente, falsamente, cuando la presencia de su primer objetivo la alcanzó.

     —P-por favor —susurró, todavía en su papel, haciendo de su humanidad casi una bola. Cerró los ojos con fuerza.

     El aroma masculino la atacó repentinamente. Fresco, e indudablemente delicioso, eso no lo podía negar.

     —No voy a herirte —le dijo él, suavemente. Y cuando la falsa Alejandra abrió los ojos, lo vio en cuclillas, a poca distancia, viéndose más impresionante que en las fotografías.

     Pero todavía no había consuelo en su mirada,

     Ni suavidad,

     Ni lástima,

     Ni una pizca de empatía, como en la mirada del joven Mathew.

     Él seguía estudiándola.

     Pero eso no le asustaba, ni le sorprendía. Nadie dijo que engañar a un Cavalier sería tan fácil.

     Entonces Ethan dijo:

    —Ya puedes respirar —La falsa Alejandra se congeló un segundo por esas palabras, porque notó, que efectivamente, había dejado el acto de la dificultad respiratoria a un lado, abruptamente, al oler al hombre. Y él no apartaba la mirada, esa mirada azul y extrañamente verde, como diciendo con ella "te atrapé"—, excelente.

     Pero el bastardo estaba tan equivocado si pensaba que eso era todo lo que ella tenía bajo la manga.

     Estaba tan equivocado.

    Lo único que tenía que hacer era enviar la pastilla que aún sostenía en su mano, llevar esa capsula a sus labios, y esa sería una salida.

    Fue entonces cuando la puerta se abrió que decidió que sería su oportunidad para accionar.

    Sólo que, al levantar un poco la mirada, a través de su cabello enredado notó al hombre todavía mirándola, sin dejarla un segundo para percatarse de quién se había adentrado.

     Tres pares de ojos más se fijaron en ella. Dos mujeres, dos mujeres idénticas, de las cuales una sostenía una ¿una pañalera? Y también estaba Mathew, quien sostenía a un bebé con ropa amarilla.

      Mathew de repente lucía pálido mientras intercambiaba su vista de la falsa Alejandra a su hermano mayor, pero se aclaró la garganta y comenzó:

    —Ethan, hermano —Y la risa que soltó no podía ser más incómoda—. Pensé que estabas en Rusia, y que tardarías. Pero entonces escuché un vehículo llegar y corrí, creyendo que eras tú —su voz era apresurada y nerviosa—. Pero mira —se movió un poco, de arriba abajo, y el bebé en sus brazos soltó una risita encantada. La falsa Alejandra sólo podía verle al último un diente y un montón de baba—, resulta que era mi sobrino favorito —Luego—: ¿Tú, ejem, cuándo llegaste?

    Ethan no respondió inmediatamente.

    Él se puso de pie con un movimiento fluido, pero todavía la miraba.

     —Esta madrugada —contestó, finalmente.

    Y los ruidos que la falsa Alejandra había escuchado en la madrugada tuvieron sentido.

    Ella vio al hombre recibir al bebé, quien parecía tan feliz de llegar a los brazos de Ethan.

    Ethan sonrió al bebé,

    sin embargo, su voz no era nada nada más que plana cuando preguntó:

    —¿Quién es nuestra invitada, Mathew?

    

💣

Hola~
Perdón por tardar, pero tuve una problemática llamada #compañerosirresponsables

Hola~Perdón por tardar, pero tuve una problemática llamada #compañerosirresponsables

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Los hamo, gracias ❤️

Lu

    
    
     
     

Loco por La Loca (En Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora